viernes, 27 de junio de 2025

Pregón

Pregón de la Feria del Libro de Zaragoza 2025

Es difícil estar aquí, en este instante, ante todos ustedes. Cuando José Luis Acín Fanlo me invita a pronunciar el pregón de la edición de este año 2025 de la Feria del Libro de Zaragoza quedo, ante todo, sorprendido, luego me asalta una ola de orgullo, casi de vanidad, pero, final y definitivamente me veo superado por la carga de responsabilidad que el empeño supone. Pero aquí estoy, contento, muy contento, incluso, forzando un poco el idioma podría decir que estoy feliz, aun sabiendo que la expresión es incorrecta que nunca se está feliz, que feliz se es, no se está, aunque tal como van las cosas en la Academia no parece que nadie, por ahora, vaya a alzar la voz para intentar denunciar en los medios esta y otras habituales incorrecciones.


Zaragoza es una ciudad literaria” valdría como rótulo de este pregón que se va a sustentar en los contactos literarios establecidos desde mi llegada a Aragón.


Ya en 1962, el que sería zaragozano de adopción, el manchego Antonio Fernández Molina, me habla de su amistad con Miguel Labordeta y de determinados cenáculos literarios que entonces desconozco y a los que Fernández Molina desea aproximarse. Fernández Molina es en aquel momento secretario de redacción de la mítica revista literaria Papeles de Son Armadans que Camilo José Cela publica en Palma de Mallorca y a la que muchos de los miembros de mi generación pudimos asomarnos gracias a Fernández Molina y a Cela, publicando textos que podían resultar en exceso audaces para la época y para otros medios literarios.


Hablo de Palma de Mallorca y hablo de la ciudad de Barcelona, donde nazco en 1942, pero mis vínculos con Aragón son profundos. Una de las ramas de mi familia materna procede de Las Cinco Villas, de Uncastillo, y, otra rama, del valle de Bielsa, pero no es hasta 1968 cuando regreso a mis raíces, cuando me instalo en Jaca para trabajar como becario en unas instalaciones del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Mi misión en esas instalaciones, que durará tres años, consiste en confeccionar la lista patrón de aves pirenaicas y gestionar una solución ante la falta de alimento de buena parte de la fauna salvaje ante la mecanización del campo y la subsiguiente ausencia de bestias muertas, de carroña, alimento fundamental para los necrófagos que de un modo u otro constituyen la mayor parte de la fauna silvestre.


Durante 33 años desde 1972 hasta 2005, permanezco en un estado de hibernación, de agrafía literaria, no publico literatura; sin embargo sí tengo relación con escritores, editores y profesores del ramo, vinculados, y esta es la razón de comentarlo, vinculados a Aragón y, en concreto a la ciudad de Zaragoza.


El restaurante zaragozano La Marmita, en la calle General Sueiro, es una prueba de ello. En una fotografía de 1991 se me ve en torno a una mesa en muy buena compañía, el profesor, aún entonces no catedrático, de la universidad de Zaragoza, Túa Blesa, el ya citado Fernández Molina, y quien les habla damos buena cuenta de unas lentejas.


Porque Túa Blesa, fue desde el comienzo de nuestra amistad una pieza clave en la difusión de mi obra literaria y de la generación que algunos han llamado de los Novísimos, centrándose en la figura del para mí mejor poeta de los componentes del famoso libro Nueve novísimos poetas españoles: Leopoldo María Panero.


El profesor Túa Blesa organiza en Zaragoza, en 2001, en compañía de su esposa, Elena Pallarés, el primer Congreso sobre la Poesía Novísima, el espaldarazo académico y mediático de dicho movimiento. En dicho evento, uno de los ponentes, hoy profesor de la universidad de Zaragoza, Antonio Viñuales Sánchez, se define como estudioso de mi escritura, dando muestra de ello a través de la revista digital Caminos de Pakistán, de numerosos artículos de corte académico y del libro Casos Completos.


Zaragoza, para mí, es pues, ante todo, sus editoriales y sus librerías. En 2003 escribo una novela, de hecho una autobiografía, que se llamará Níquel, casi una una hagiografía, una vida de santos, que es rechazada repetidamente por las editoriales barcelonesas por considerarla en exceso cáustica con el regionalismo local pero tras ese largo periplo de rechazos, durante una cena en Santa Cruz de la Serós, ya en 2005, se cruza en mi vida, gracias a la historiadora Anabel Lapeña, el editor turolense Joaquín Casanova Chulilla, al que le hablo del texto y en pocas semanas está el libro en la calle, en Mira Editores, con una segunda edición en 2006. Es mi primer contacto directo con un sello aragonés y la experiencia no puede ser más satisfactoria; se concede el premio AIPEP a Níquel, al tiempo que conozco a Berta Sariñena y a su esposo el poeta y profesor Alfredo Saldaña mano derecha de Túa Blesa.


Luego es Ignacio Escuín Borao, a través de su editorial Eclipsados, quien en 2008 se arriesga editando de modo impecable un libro difícil, Papur. Después Víctor Gomollón, artífice de Jekyll & Jill, publica, en 2012, ahora llevan varias ediciones, Del enebro, un cuento de los hermanos Grimm con un prólogo mío y, tras un trabajo ímprobo de edición, saca a la luz, en 2014, Mansa chatarra, una recopilación de relatos oníricos en una edición trabajada hasta extremos increíbles, una edición galardonada y que durante la presentación del libro en Madrid recibe el aplauso de los académicos Francisco Rico y Félix de Azúa, hombres poco dados a la lisonja. Recientemente, en 2023, es Raúl Herrero, al que ya Antonio Fernández Molina había clasificado, hacía mucho tiempo, como editor vanguardista, especializado en el movimiento postista y en la figura de Fernando Arrabal, quien publica, en sus Libros del Innombrable, La condición radical, un ensayo del profesor Joaquín Fabrellas sobre mi obra lírica. Ahora, en 2024, Trinidad Ruiz Marcellán, al frente de la espléndida editorial de poesía Olifante, me incluye en una curiosa antología poética aragonesa húngara y estudia la publicación de una antología comentada de mi poesía última.


Quiero citar ahora a unas personas de ámbito zaragozano que han contribuido a difundir mi obra. Primero al escritor Ángel Gracia quien como gestor de la FNAC me ofrece un marco apropiado para la presentación de varios de mis títulos y al que le expolio una idea genial, la Casa Asesina, que aparece en uno de sus primeros libros, concepto que robo y modifico levemente y lo sitúo en un relato. Desde aquí le pido disculpas.


En segundo lugar, utilizando una cronología no muy exacta, cito a mis amigos y socios, la artista plástica Margó Venegas y su marido, el arquitecto Joaquín Sicilia, en cuyo balneario de Jaraba, durante una gran fiesta aniversario, de carácter literario, conozco al fotógrafo Vicente Almazán, virtuoso del blanco y negro, a Ana Cañellas y a Paco Goyanes, o lo que es lo mismo, librería Cálamo, nuevo marco para mis presentaciones en Zaragoza y donde se me concede uno de sus premios extraordinarios.


También, y como perteneciente a aquellos años, quiero recordar el programa semanal de radio, un mano a mano que mantuve durante dos temporadas con el entonces director de COPE en Aragón el jaqués de adopción Javier Ferrer Bailo.


Sé que me dejo en el tintero muchos nombres, de escritores y librerías, pero es imposible que olvide a alguien que desde mi retorno a la escritura literaria, tras 33 años de agrafía, me ha tendido siempre la mano, entrevistándome en televisión y en prensa escrita, reseñando y presentando mis libros. Me refiero a Antón Castro, ese genial, laborioso y concienzudo narrador y periodista cultural, al que tengo en gran aprecio y al que puedo considerar, sin miedo a equivocarme, y por la diferencia de edad, como querido nieto.


Aragón, es, para mí, Territorio de las Letras. Y debo nombrar primero a Zaragoza, no sólo por las librerías y por las editoriales, sino por los centros de cultura, destacando el Palacio de la Aljafería donde Fernando Sanmartín organizó una genial conversación a tres bandas, entre Túa Blesa, Ignacio Escuín y un servidor. Pero los escenarios, las localidades, son muchas, remito a Barbastro y a la UNED, a Sabiñánigo con sus IES y también con la UNED y a su indispensable profesor Pedro García Ruiz, a Ansó con su biblioteca, a Huesca con sus librerías e institutos, a Tarazona por unas espléndidas jornadas organizadas por Manuel Martínez Forega, y desde luego a Jaca, con su Salón de Ciento, su biblioteca municipal y su Universidad de Verano, lugares de alta actividad literaria, que conozco bien, y, de igual modo, nombro también a la prensa escrita, a El Heraldo de Aragón, El Periódico de Aragón y El Pirineo Aragonés donde Antón Castro, Miguel Ángel Ordovás y Ventura Chavarría respectivamente prestan una intensa y necesaria atención a la literatura que se produce aquí.


Como nombres relacionados con todos esos enclaves y, desde luego, con la amistad, añado a María Ángeles Naval, catedrática especializada en Literatura Española Contemporánea y Actual, y a la que fuera mi profesora en la universidad de Barcelona, ahora Académica, a la casi aragonesa Aurora Egido y, cómo no, al historiador de la literatura y catedrático de la universidad de Zaragoza José Carlos Mainer y al gran conocedor del pasado y del presente de Jaca, Domingo Buesa. Y a otro Buesa, alguien que ya no está entre nosotros, Jaime Buesa, periodista, fotógrafo, naturalista, que en sus tiempos barceloneses, era el encargado de las páginas en color del diario La Vanguardia, y que siempre contó conmigo, hasta que fue depurado junto a otros no catalanes, y que luego se retiró a vivir en el pueblo oscense de Bailo. Y, cómo no, a ese portento del mundo editorial, a esa figura en permanente y justa expansión, la ensayista argumentativa Irene Vallejo con la que he coincido hace unos días en el Festival Internacional de Poesía de Granada y a la que desde aquí mando un efusivo abrazo.


Aragón es también, y podría añadir que sobre todo, tierra de poetas, de excelentes poetas, pero voy a evitar citarlos, tan frágil es la memoria, tan fácil dejarme alguno en el tintero aunque, pese a ello, hay dos a los que no puedo silenciar, dos grandes, uno, prematuramente fallecido, Ángel Guinda, cuya vida narrada por el biógrafo Benito Fernández es libro reciente de peculiar interés, y otro, Manuel Vilas, cuyos poemas, en especial cuando son leídos por él, constituyen uno de los fenómenos más sugestivos de las letras españolas actuales.


Y, como colofón, es obligado citar tres revistas, Tropelías, publicada por la Universidad de Zaragoza, la turolense Turia, con Raúl Carlos Maícas al frente y, otra publicación cultural, El eco de los libres, un hecho sorprendente, un milagro según algunos, que dudaron de su continuidad al no conocer el ímpetu de Marcos Callau y de su equipo para llevar adelante un proyecto tan difícil como lo son todos los de esta índole.


Espero que esta relación de nombres de personas, librerías, editoriales e instituciones no haya parecido un intento de promoción de mis libros, ha sido, simplemente, la fórmula que he creído más conveniente para homenajear, en la inauguración de la Feria del Libro de Zaragoza, a los aragoneses del mundo de la literatura a quienes he tenido la fortuna de conocer y tratar, aunque es obvio que estas enumeraciones son siempre injustas, nunca alcanzan el completo, nunca llegan a ser exhaustivas. Cierro pues la lista, y lo hago nombrando a los hermanos Acín Fanlo, José Luis y Ramón, sin los cuales, ahora no estaría aquí hablando ante todos ustedes, agradeciendo lo mucho que Aragón ha hecho para consolidar mi obra en verso y en prosa.


Pero para clausurar este pregón, o quizá para abrirlo bajo otros presupuestos, me van a permitir, y espero no lo tomen como una descortesía, acudir a una aplicación de chatbot de inteligencia artificial, siendo chatbot un modelo de lenguaje especializado en el diálogo.


Solicité al chat un pregón para la Feria del Libro de Zaragoza de 2025, y este es el breve, vibrante aunque tópico documento con el que responde en una fracción de segundo:

Se dirige a mí diciendo :

¡Por supuesto, humano! Aquí tienes un pregón para la Feria del Libro de Zaragoza 2025, pensado para ser leído en voz alta en un acto inaugural, con un tono festivo, cultural y cercano, dirigido a todos los públicos. Incluye referencias a la ciudad, al acto de leer, y al orgullo de la palabra escrita:


Por el honor de la lectura y la palabra

Zaragoza, ciudad de cierzo y piedra,
de agua sabia, de historia bien contada.
Hoy abres tus plazas y tus paseos
a una fiesta sin trajes ni banderas,
pero con tinta, papel y emoción:
¡la Feria del Libro ha llegado!

Vecinos, lectores de siempre
y lectores que aún no lo saben,
niños con libros de dragones,
abuelos que vuelven a los clásicos,
jóvenes que buscan en las páginas
respuestas que no da el algoritmo…

¡Bienvenidos todos!

En estos días, entre casetas y palabras,
Zaragoza se convierte en lo que siempre fue:
una ciudad que escucha y cuenta,
que escribe su historia
en cada página que alguien decide abrir.

Aquí hay novelas que nos abrazan,
poemas que nos preguntan,
ensayos que nos despiertan,
tebeos que nos hacen reír,
libros que son hogar, espejo y mapa.

Autores nos visitan,
editores que arriesgan, libreros que resisten,
bibliotecarios que recomiendan con pasión
y lectores que son el latido de todo esto.

Porque leer es un acto de rebeldía lenta,
una forma de pensar más allá del ruido.
Leer es abrir la puerta al otro,
al que vive lejos o en el pasado,
al que imagina, al que duda, al que sueña.

Así que, este 2025, en esta ciudad
de puentes, de mudéjares y de voces,
hagamos de cada libro una celebración.

Zaragoza, abrid los ojos, afinad la voz,
y que suene alto y claro este pregón:
¡Viva la Feria del Libro!
¡Viva la palabra compartida!
¡Y viva quien se atreve a leer!

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Francisco Ferrer Lerín

Zaragoza, 31.05.2025

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