Es sabido que el fenómeno de la luminiscencia se da en
los poetas. Un pasaje de la ponencia que Ferrer Lerín
leyó en el Congreso de los Novísimos celebrado en 2002
en Zaragoza se refiere a ello, y él mismo es sorprendido
en plena emisión gracias a una reciente fotografía,
tomada durante una tormenta, que capta el destello
del ojo pineal.
"El Sabio, por ejemplo, lograba corregir los malos hábitos
de los espectadores de las salas cinematográficas intensificando
su habitual luminiscencia epidérmica. Recuerdo la proyección
de
L'Avventura en el cine Atenas de la calle Balmes de Barcelona,
el año 63, en el ciclo Antonioni, cuando una pareja de novios
empezó a toser de modo despiadado: nadie rechistaba,
en parte porque era un filme con subtítulos,
pero mi grado de incomodidad llegó hasta tal extremo
que alargando el brazo rocé su hombro con la punta de mis dedos
-siempre dejábamos una butaca libre entre los dos- y la señal,
de modo instantáneo, produjo en el cuerpo del superdotado
un destello de luz tan poderoso que los dos enfermos
-sentados en la fila anterior- quedaron petrificados y,
desde luego, curados de la tisis aguda neumónica
que les afectaba desde hacía meses.”