Diego Mejía Estévez entrevista a Francisco Ferrer Lerín. Revista DIGNOS Y HUMANOS de la Universidad Rosario Castellanos. Nº 6. Agosto 2024. México.
---
Introducción
Hablar de la trayectoria literaria de Francisco Ferrer Lerín permite, de algún modo, dar buena cuenta del devenir de la poesía española e, incluso, de la poesía en lengua española de los últimos tres siglos. Esto por la forma en que, al inicio de su trayectoria, recoge la influencia de Rubén Darío; cómo forma parte de la última gran movida de poesía española y, finalmente, escribe algunos de los poemarios más potentes y enigmáticos del siglo XXI. Es el primero y el último del grupo de los llamados Novísimos, por su carácter de iniciador de tal grupo o generación, y a causa de su largo silencio, que, en suma, describe un momento insoslayable de la literatura. Hace algunos años tuve el privilegio de entablar relación con Francisco, en cuanto lector admirador, y luego como colaborador al traducir una selección del Mirycae de Giovanni Pascoli (conjuntamente para la revista La Mascarada), una de las grandes joyas del decadentismo italiano, sin versión a nuestra lengua. Francisco, quien trabajó para Salvat y tradujo a Eugenio Montale, sería fundamental entonces para entender la evolución de géneros tan diversos, en el entorno de las últimas décadas, como la poesía, la traducción, el aforismo, así como el trayecto de la industria editorial de Hispanoamérica. Ciertamente, tengo el privilegio de intercambiar palabras e ideas con el jugador, versificador, ornitólogo, legendario escritor y artista, a quien agradezco las siguientes líneas.
--
-En este momento, ¿hay algo qué te gustaría escribir, republicar o traducir?
La evolución de mi escritura corre paralela a la evolución de la relación con sus fuentes. Mis primeros poemas, infantiles, tratan de imitar a Rubén Darío y, luego, al entrar en la adolescencia, al descubrir a Saint-John Perse y a Jorge Luis Borges, me alejo quizá de la imitación para entrar en una situación de “inspiración”, apoyada en otros dos autores, ajenos formal y conceptualmente a mis presupuestos, Camilo José Cela y Ana María Matute. Más adelante, en una etapa en la que ya conviven poesía y narrativa, soy capaz, creo, de asimilar las fuentes, que en el caso de Perse y Borges permanecen, elaborando un producto autónomo que, tras un período de agrafía literaria de treinta y tres años (1972-2005), tiene continuación en una etapa de madurez que, ahora, desemboca en una etapa senil. Parece lógico pues que en esta etapa senil, terminal, en la que me hallo, con las neuronas incapaces de crear, vuelva a apoyarme en las fuentes y, que cada vez con mayor descaro, llegue a incluir, en mis textos, palabras o incluso sintagmas de otros autores, o me lance a copiar, sin pudor, párrafos o estrofas que considero óptimos y necesarios de ser recuperados.
Son varios los “subgéneros” pergeñados a partir de mi retorno a la escritura a principios de este siglo XXI; Paleografías, Biografías, Series, Casos, Diarios y ahora, y contestando por fin a la pregunta que se me formula, un subgénero aún sin rotular, sustentado en la recuperación de relatos breves que no se difundieron bien y a los que añado comentarios con pretensión de ser esclarecedores y/o enriquecedores; una maniobra correlato de la aridez cerebral pero aún con cierta capacidad para la relectura y la recreación.
-En 1964 estabas publicando De las condiciones humanas. ¿Para 2020, año en que aparece Grafo Pez, qué ha mutado en tu poesía?
De las condiciones humanas se publica, efectivamente, en 1964, pero sus poemas se escriben entre 1959 y 1961; quiero decir que con 17 / 19 años es imposible que la producción lírica no adolezca de grandes dosis de ingenuidad y, en mi caso, por mi condición barcelonesa, de grandes dosis de necesidad de deslumbrar, de sorprender, de epatar mediante alusiones sexuales y cultas para demostrar que sí, que soy joven, pero experto en las artes amatorias y poseo una desmedida cultura. Grafo Pez es, y será, mi último libro de nuevos poemas, tras él, se publica Poesía reunida (2023), un volumen de más de quinientas páginas que el editor, Tusquets, no quiso titular “Poesía completa” por si, equivocadamente, se me ocurría escribir algún verso más. Grafo pez supone el término de la evolución de mi sistema poético, cualquier prolongación resultaría dramática, grotescamente repetitiva, haría buena esa máxima terrorífica de que los poetas, a partir de un punto, nos limitamos a generar copias o, siendo más rigurosos, los poetas, a lo largo de nuestras vidas, sólo escribimos un poema.
-¿Cuál piensas que sea el cambio más profundo en la industria editorial de hoy en día?
No soy experto en negocios editoriales pero así, a vuela pluma, diría que su apuesta es por escritoras jóvenes, tanto en el ámbito de la narrativa como en el de la poesía. Escritoras desinhibidas, a menudo brillantes, vigorosas en su escritura, que abordan cuestiones vinculadas al feminismo y a la ecología, en ambos casos desde una óptica radical y evolucionada, es decir un feminismo de propincuidad lésbica y un ecologismo con deriva animalista.
-¿Cuáles son los elementos más importantes para ti cuando escribes narrativa?
La poesía tiene a su favor su concreción, su brevedad, su intensidad. La narrativa es muy difícil que mantenga esas características, vitales para que el libro no se te caiga de las manos. En mi escasa aventura dentro del campo de la narración larga, he intentado fragmentar el texto, no sólo en capítulos breves, sino en párrafos gráfica y conceptualmente reconocibles. Un proyecto en el que llevo demasiado tiempo trabajando, la “novela” Vórtex, se caracteriza por esa compartimentación que, espero, el editor pueda mantener aunque esto supongo utilizar un mayor número de hojas. De todas maneras es en el relato breve, circular, donde me he prodigado en estos últimos tiempos, un artefacto, para el que el profesor de la universidad de Zaragoza, Antonio Viñuales Sánchez, acuña el término “caso” y que da pie a Casos completos. Ferrer Lerín (2021), libro que el profesor introduce, selecciona, epiloga, diciéndonos que ‘el caso se caracteriza por ser la narración de un suceso inusitado o extraordinario del pasado reciente que rompe con una norma’.
-¿Te gustaría que se hiciera una película o una serie basada en tu novela Familias como la mía?
La hagiografía Familias como la mía (2011) tiene una génesis compleja. En el año 2000, en plena etapa ágrafa, soy invitado por el Instituto Francés de Barcelona a participar en un ciclo de conferencias denominado “Pasiones literarias” adjudicándome la sección “La pasión en el juego”. Acepto, hablo de la novelita de Dostoyevski El jugador y, al finalizar mi intervención, rutinaria, veo que se acercan un grupo de personas, hecho que, en principio me inquieta, ya que la sala ya está vacía, por lo que miro sus manos por si llevan objetos punzantes o cortantes. Pero no, son seguidores durmientes de mi obra que han permanecido décadas esperando mi regreso y que ahora me abrazan, me besan, al grito de ¡Lerín vuelve! Entre ellos, el escenógrafo, guionista y artista visual Frederic Amat que me propone rodar un largometraje sobre mi aventurera vida. Recojo el guante y en dos meses escribo el guion Die Rabe… pero me paso de listo y escribo un guion a la vez literario y técnico a lo que Amat responde diciendo que ‘la película ya está aquí, ya está escrita, casi rodada, y para pasarla al celuloide has de ser tú quien la dirijas’. La película no se rueda y alguien del grupo, no sé si Joaquín Jordá o Fernando Savater, me sugiere que convierta el guion en una novela y a los tres meses termino P.A.M. que a través de una agencia literaria es ofrecida a Seix Barral y luego a Anagrama siendo rechazada por resultar cáustica con el regionalismo catalán. La reescribo, mitigo la causticidad, dos veces, pero no es aceptada, hasta que un editor de Zaragoza la lee y la publica de inmediato, pero no como P.A.M., rubro que se asemeja en exceso al del partido político P.A.R., sino como Níquel (2005, 2006), hasta que en 2011 el editor barcelonés Tusquets la descubre, arriesga, la compra al editor aragonés y la publica, incorporando la segunda parte inédita, Nora Peb, todo ello bajo el rótulo, bajo el verso de Rimbaud, Familias como la mía. O sea que se trata de un producto que en origen fue un guion cinematográfico y que al convertirse en novela fue diseñado pensando en una posible conversión al cine. Aún hoy espero que alguien quiera llevarla a la pantalla.
-Christian Andrès, especialista en poesía española, expone el rico y variado uso de la metáfora en tu poesía al interior de un brillante artículo titulado “Tres buceos en Grafo Pez”. ¿Qué tan arduo dirías que es tu trabajo con la metáfora? ¿Cómo sueles comenzar a trabajar tus poemas y tus poemarios?
Quizá yo sea el escritor menos metafórico. Nunca pienso con esa intención. No encuentro en mi ya extensa producción en verso y prosa una voz plasmada en el papel con traslación del sentido recto a otro figurado, tal como define la RAE este tropo. ¿Qué ocurre pues para que un erudito como el hispanista francés, Christian Andrès, profesor de la universidad de Amiens, dedique, dentro del extenso trabajo “Tres buceos en Grafo pez (2020) de Francisco Ferrer Lerín”, el segundo de esos buceos precisamente a la metáfora en mi obra, un ‘buceo’ que titula “Segundo buceo: la metáfora leriniana y la imagen”? Quizá lo mejor para aceptar esa catalogación sea recurrir a los primeros ejemplos que utiliza, los pertenecientes a la categoría de metáforas visionarias, las que, y son palabras suyas, a veces resulta difícil distinguir de las simples imágenes. Cita ‘un dormitorio de tierra’, ‘una cocina de espanto’ y ‘un gran embudo de sangre’, siendo estos tres sintagmas efectivamente imágenes, extraídas de otros textos, de otros libros de autores que ya no recuerdo, sintagmas que me impresionaron por su fuerza y que al colocarlos con cierta maestría en un poema motivaron la razón del mismo, generaron otros versos, quizá algunos de mi autoría, conformando en conjunto la realidad del poema. Otra cuestión es que su colocación, su ordenamiento, y los elementos complementarios del poema construyeran un discurso en el cual se diera a entender algo que no era lo original, esa traslación de un sentido recto a otro figurado, las características propias de la metáfora, aunque no fuera esa mi voluntad a la hora de instalarlos en el poema.
-Ya que declaras concluido tu sistema poético, ¿cómo describirías la aportación de éste a la poesía?
Resultaría pretencioso por mi parte contestar a esta pregunta. Apuntaré, eso sí, que en el vasto mundo de la Poesía nunca he pretendido modificar nada, me he limitado a seguir el dictado de una norma personal, el rechazo a resultar repetitivo tanto respecto a lo que producían otros autores (con la excepción, en mi etapa juvenil, de Saint-John Perse) como a lo que yo iba produciendo a lo largo del tiempo. No ansia de originalidad, sino ansia antitautológica.
-¿Qué podrías decir de tu trabajo como traductor? Pienso específicamente en lo que dices sobre la capacidad del poeta para crear ex novo, o bien como un artífice que recombina y reorganiza los versos y el arte de otras gentes y obras.
Es difícil decir algo nuevo respecto al arte de la traducción. En resumen, en este momento, ya muy lejos de mis años de traductor, contemplo sólo dos opciones; o versionar literalmente, al pie de la letra, o versionar por libre, dando rienda suelta a la carga literaria, a las marcas literarias propias, limitando la fidelidad al autor al campo del ritmo, de la musicalidad, de lo que suena fuera del significante, incluso del significado, de las palabras.
-A esta altura de tu trayectoria, ¿qué recomiendas a la gente joven que desea escribir, o que estudia literatura, narrativa, poesía, guionismo, etcétera?
El oficio de escritor, como ya se ha repetido hasta la saciedad, es uno de los oficios más duros; requiere constancia, austeridad, dedicación plena, en el supuesto de que la persona que desea escribir esté dotada para ello; si no está dotada que se olvide de las escuelas de escritura y/o de los consejos, por bienintencionados que sean, de sus admirados autores. Repito, cualidades previas, e intenso trabajo.
-
Diego Mejía Estévez
Licenciado en Letras italianas y maestro en Literatura comparada por la FFyL de la UNAM, actualmente es responsable de carrera de la licenciatura en Humanidades y narrativas multimedia en la URC en su modalidad presencial.