jueves, 28 de junio de 2012
La mano
http://istefel-pasacaglia.blogspot.com.es/2012/06/manual-de-viajes-en-el-tiempo.html
Fotografía: Fran Ferrer
domingo, 24 de junio de 2012
Colisión
Me senté al fondo. En la última fila. Nunca me colocaba ahí.
Pero hoy era el día del choque. En la recta de la carretera, donde los
vehículos pesados, el autobús en el que yo iba y el camión quitanieves que
circulaba en sentido contrario, alcanzan la velocidad máxima. El impacto,
brutal, que me lanzó contra el respaldo del asiento delantero, podría
definirse, en términos acústicos, como un trueno que de inmediato enlaza con el
chirriar de la cuchilla de acero especial de 400 Brinells de dureza al segar la
carrocería del autobús mientras las vertederas de acero barnizado, las inmensas
orejas que flanquean la proa, producen un ruido sordo al aplastar, a la manera
de un acordeón, toda la estructura. Sabía que la cuchilla, los alerones, toda
la cuña quitanieves, iban a quedar a milímetros de mi persona. Así fue. Luego,
vino el silencio, sólo importunado por el gotear del carburante desde los
restos del depósito. También sabía que ese repiqueteo no iba a durar demasiado.
Así fue. Pero, esta vez, no porque acabara el sueño. La causa era otra. Llegaba
el estallido.
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Mansa chatarra
Pág. 112
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Mansa chatarra
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jueves, 21 de junio de 2012
Sosias
Cogí el AVE en Zaragoza, el que sale a las 11:43 y llega a
Madrid a las 13:10. Mi asiento era el 13D, lo que supone ventanilla, pero tuve
suerte, el 13C quedó vacío y así pude cambiarme apartándome del sol que,
pese a la persiana, pegaba con fuerza. El asiento 12B estaba ocupado por una
mujer catalana (el tren tenía su origen en Barcelona), de unos 45 años, que no
dejó de hablar ni un solo instante con la que ocupaba el asiento 12C por lo
que, al quedar el pasillo en medio, permaneció sentada de lado durante todo el
viaje, de cara a su interlocutora, que no volvió siquiera la cabeza. Eran
psicólogas y preparaban su intervención en un simposio. La tenía pues justo
enfrente y, aunque intenté no fijarme en ella, había algo que me intrigaba y que,
pese a la desagradable palabrería, hizo que le fuera prestando cada vez más
atención. De golpe me di cuenta. Era su parecido, su enorme parecido a una
persona a la que había visto hacía poco, en concreto esta Semana Santa; me
refiero a mi amigo el escritor y profesor jienense Juan Manuel Molina Damiani.
Quedé ofuscado, tan grande era su semejanza y, ella, creyendo que mi interés
era de otro tipo, comenzó a ensayar unas maniobras de pavoneo francamente
deplorables. Se levantó un par de veces recorriendo el pasillo con toscos
contoneos y, al sentarse, abrió y cerró los ojos con lentitud hasta fijarlos en
los míos. Pero, pese a los coqueteos y aspavientos que, lógicamente, nunca se
habían dado en Molina Damiani, su similitud me parecía cada vez más evidente.
Repasé qué sabía de la familia de mi amigo y concluí que no tenía hermanas,
siendo por otra parte imposible que la psicóloga fuera una hija espuria o su
señora madre. Decidí no darle más importancia y me dediqué a leer un folleto
sobre el vino de Cariñena pero, a los pocos minutos, la oí toser con fuerza,
con esa forma característica de los grandes fumadores. La miré y vi ante mí a
Juan Manuel con pechos, hablando en catalán y con la falda subida hasta mostrar
generosamente los muslos. No pude más. Cogí el móvil. Busqué su número en la
agenda. Constaba como Damiani. Y marqué. Fue muy rápido. En seguida empezó a
sonar. Rebuscó nerviosa en el bolso. Agarró con fuerza el móvil. Pulsó la tecla. Y yo
colgué.
martes, 19 de junio de 2012
domingo, 17 de junio de 2012
Angelita Domené
Decidió que este verano iba a dejar que la tocaran. Pensó
primero en los socios del club ajedrecista, luego en los soldados del batallón
“Las Torcaces” e, incluso, en los buscadores de pimientos silvestres del
Carrascal de Pebredo. Pero había riesgo, no se veía capaz de controlar a esos
tipos y tampoco se veía capaz de controlarse a sí misma; ¿qué efecto podrían
causarle los tocamientos? Quería que la cosa no pasara de ahí; quizá el año
próximo se atrevería a culminar el proceso. Propuso, entonces, a sus padres,
que la apuntasen a una colonia estival, a la que organizaba el Club de
Montañeros del Recio Bucardo, famosa por las acampadas en lo más agreste de las
montañas. Aceptaron sus padres, era un reto para su hija, y también aceptó el jefe
de los monitores, el reverendo Pastinaca, al observar las suculentas
credenciales que a la niña le tremolaban con el andar poliomelítico.
lunes, 11 de junio de 2012
Vegetalización
Estoy pensando en convertirme en árbol. Casi mejor sería
decir que estoy decidido a convertirme en árbol. No es una vieja idea, es algo
relativamente reciente pero que no acababa de cuajar, quizá debido a la duda de
qué especie de árbol era la idónea, aunque tuviera una pequeña lista encabezada
por el olmo y el aliso, sin desdeñar el arce y el fresno. Esta tarde, tras una
breve pero intensa tormenta, he ido a andar por el camino de la finca Cuatro Nalgas, ese provechoso enclave y, sería por la luz o por las gotas de
lluvia que aún lo bañaban, he visto claro cuál era la especie que me convenía:
el fresno. Leo, al llegar a casa, que el fresno –Fraxinus angustifolia- es un árbol de tamaño medio pero que, en
condiciones favorables, puede llegar a los 25 metros, su tronco es corto,
grueso y de corteza gris y, sus hojas, que caen en invierno, se disponen una
frente a otra y están formadas por hojuelas lanceoladas que tienen el borde
aserrado y son lampiñas. Perfecto. Incluso otra cuestión que me preocupaba
cuando empecé a considerar el proyecto, ha dejado de hacerlo; me refiero a si
iba a tener conciencia, en mi nuevo estado, del estado anterior, en el que aún
estoy. Pero, realmente, qué más da recordarlo o no, como si la vida mamífera y móvil fuera
algo del otro jueves.
jueves, 7 de junio de 2012
domingo, 3 de junio de 2012
Mutaciones
Vi hace unos días la película de Brian de Palma Doble cuerpo (1984). Recordaba, de
cuando su estreno en España, algunas secuencias, por ejemplo la inicial en la
que el protagonista, actor de cine de serie B, sufre un ataque de claustrofobia
interpretando a un vampiro que despierta en su ataúd y, otra, la muy larga y
bien rodada persecución en el marco de unas inmensas galerías comerciales; no
recordaba, en cambio, cuál era el nombre del personaje que interpreta Melanie
Griffith. Como sucede a menudo, el doblaje desvirtúa muchos giros del idioma
original pero, en este caso, el problema se suscita en la traducción del título
y en la traducción del nombre de la protagonista. La verdad es que es muy
difícil atinar en la traducción de Body
Double ya que, por un lado, remite al hecho de que dos mujeres parecen una
sola, en un homenaje a la doble de cuerpo que Brian de Palma necesitó en Vestida para matar y, por otro lado, a que el nombre de una de
ellas sea, nada menos que, Holly Body. Ante esta dificultad, ante el inevitable
paso de Body Double a Doble Cuerpo, lo recomendable hubiera
sido mantener Holly Body o, en un gesto de audacia traducir la segunda parte
quedando en Holly Cuerpo, pero no, la pirueta va mucho más allá, Holly Body es
transformado en Holly Curvas. Mas todo esto no es más que el aperitivo, el
antecedente obligatorio para situarnos ante el problema en toda su
grandiosidad: desempolvé, tras esta segunda visión de la película, el librito Brian de Palma, número 27 de la
Colección Directores de Cine, de Ediciones JC, publicado en Madrid en 1987 y
cuyo autor es Enrique Colmena. Pues bien, en la página 145 se hace mención, por
primera y única vez, al nombre que en la versión española se da al personaje de
Melanie Griffith y entonces, por esas cosas del destino, el primitivo Holly
Body no queda convertido en Holly Curvas sino que, debido a una minúscula
mancha, a una mota de polvo oscura integrada en la poca distinguida pasta de
papel con que se confeccionaron las hojas del libro, surge un acento, una tilde
como gusta ahora decir, sobre la “a” de Curvas y, así como en esos
sorprendentes apellidos valencianos y catalanes (caso de Rubió y Marcó, entre
otros), se acuña un nuevo nombre, casi una nueva heroína: Holly Curvás.
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