Entré en su cerebro a las 18:25. Mes de mayo. Vivía en Vallecas, nevaba, y el tono general era de fiesta. Marcos odiaba mucho, diría que odiar era lo suyo. Así yo, metido en su cabeza, descubría hacia adónde, en cada momento, dirigía el odio. La rubia Betty vendía carpetas en Emilio Ortuño. Marcos la odiaba. Fue, fuimos, hacia ella. Y a esa distancia reglamentaria de los cuatro metros comenzó a insultarla. Bombera, salvaje, sedosa, oí que la llamaba. De hecho lo oí desde fuera, pero también desde dentro; quizá yo también formara parte de la voz de Marcos. Seguimos insultándola: caliente, emotiva, garduña. La dejamos atrás. Avanzábamos. Ricardo Teruel Teruel tomaba sardinas escabechadas sentado en la terraza del bar Percuto. Marcos le arreó una sonora bofetada. Ricardo escupió una sardina. Yo estaba saliendo, o eso me pareció, de lo más profundo del cerebro. Relegado al córtex casi no disponía de poder. La voluntad del energúmeno se me escapaba. Decidí huir. No fuera que como criatura del todo ajena no pudiera anular la orden. Y Marcos la emprendiera a porrazos, entusiasta, contra mi humilde persona. La próxima vez anclaré mi dominio, buscaré la permanencia. Cogí pues el metro. Y volví a Oviedo.
Para Esther Peñas Domingo "Peñitas", y Vallecas.
7 comentarios:
Que bueno eres jodío
Lo vas cambiando Lerín eh?
Pues sí, Anónimo. Una de las ventajas de lo digital sobre el papel es la posibilidad de modificar.
No sé si le ha llegado un mensaje; es muy difícil, a veces, usar el sistema. Me apodaba Madurita, mi nombre es Erien, de Encarna (de encarnadura, no encarnizamiento).
sigue teniendo interés por mí? Me había hecho mucha ilusión!
Madurita comentó en otra entrada, y respondí. Aunque ahora veo que su nombre es Erien, de espacial resonancia. Una relación amorosa ha de producirse en igualdad de condiciones y yo no sé quién es usted.
Usted me firmó un libro, con el mismo planteamiento que el de la radiografía de otra entrada suya. Yo le pregunté si conocía un librito de Sánchez Ferlosio y me respondió que no. Alfanhuí era el libro. Entonces no comprendí porqué. Ha pasado mucho tiempo, es posible que me haya olvidado.
Mis amigos -algunos lo son suyos- me llaman Vero.
Llámame así, si te gusta.
Si prefieres Verónica, es mi nombre.
Vero es un río de montaña cercano a mi casa. ¿En qué ciudad te firmé el libro? Mira, como intuyo que nuestra relación va a ser duradera es preferible que nos comuniquemos a través de ferrerlerin@gmail.com
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