Prólogo al libro-poema EL INFIERNO DE LA SIMETRÍA
de José Martín Carmona
Cáceres, Ediciones Liliputienses, 2025
Parpadea el cerebro caliente del estómago de la vaca del camarero caballero. No siempre un poema extraviado se reconstruye con sintagmas pero la gran complejidad de El Infierno de la Simetría así lo exige. Así, nos advierten que hubo un lugar para los versos y que una mujer, adanista, era el Gran Bolsillo del Espacio. ¿Nos hallamos ante un guion, ante un diario, ante los apuntes que se toman en la sala discreta de la vieja morgue? El poema, el libro poema, se interroga a sí mismo sobre razones que van de la filosofía a la filología, incurriendo, a veces, en fatídicas ansias homosexuales en una acción que recuerda los cantes de ida y vuelta. ¡Qué gran poema bibliográfico, cambiante, voluble! El Mendigo Cósmico, la Gran Peluquería de Caballeros de Valeriano, personajes, escenarios, donde se sumerge la acción y, en especial, la hermenéutica de la acción. He dicho que nos advierten, esa es la fórmula, la advertencia del cambio, de la permuta, de la simulación, del engaño. El poema avanza, se vislumbra un final planetario que exige algunas explicaciones a los lectores poco dotados, se nos dice que El Infierno de la Simetría revela la fascinación y el terror del autor a la reconciliación de los fragmentos de la unidad perdida. Pero no vamos a revelar nada, nada de un final senil y trágico; sólo una nota acerca de la simetría, ese capricho, esa exigencia pequeño burguesa que repugna a José Martín Carmona, ese relato que él quizá escuchara, desde una perspectiva de eternidad, de los labios del más funesto de sus mayores, el terror a entrar en la cocina del apartamento de la Costa Dorada por si los dos trapos, colgados de los tres ganchos situados junto al frigorífico, no guardaban simetría. Difícil poema El Infierno.., confieso sentirme alucinado, incluso los lectores bregados en infinitas lecturas caemos ahora desvanecidos sobre las cromáticas baldosas del cuarto de baño, incapaces de llegar a la pila del lavabo para refrescarnos un rostro que ya nunca más será el nuestro tras haber leído este texto deslumbrante, temerario, magnífico.
Ferrer Lerín, enero 2025.
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