Olguita Nietatunes vivía en un pueblo de la Costa Azul.
Desde su casa, en una calle muy empinada, se veía el mar Mediterráneo y también
cómo se despeñaban los automóviles deportivos que circulaban veloces por la
Grand Corniche. El señor Mondavaras, propietario de la pescadería Mondavaras,
era antipático y tacaño por lo que Olguita, bastante traviesa, urdió un plan
maquiavélico para fastidiarle. Habló con el perro Gusano, con quien sí tenía
buena amistad, y decidieron esconderse tras un confesionario para oír lo que
Mondavaras le contaba al cura. Así supieron que buena parte del marisco que
despachaba tenía origen ilegal, llegaba adherido al casco de las pateras e,
incluso, al cuerpo de los ilegales. Gusano y Olguita esperaron a que la
camioneta Berlingo descargara la mercancía y, aprovechando la pronunciada
cuesta, lanzaron calle abajo un tonel repleto de Fernet Branca que chocó contra
Mondavaras, su ayudante Catalinete y las cajas de pescado y frutos del mar. Los
cangrejos salieron disparados y uno de ellos, de fuerte complexión, cayó en el
regazo de la niña Olguita, bajó por su minifalda y penetró en lo más íntimo de
su ser hasta provocarle un embarazo ectópico. Gusano no quiso hacer frente al
problema y Olguita Nietatunes, al carecer de recursos, y para evitar que la
vergüenza cayera sobre su respetable familia, tuvo que dejar el país,
embarcando, en el vecino puerto de Tolón, en un navío de guerra donde daría a
luz a un hombrecillo que, pasado algún tiempo, inauguraría una saga de valerosos
marinos.
lunes, 1 de abril de 2019
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2 comentarios:
Olguita, madre del Marino Cangrejo.
Conjunción entre rabia y aventura.
La Pequeña Mariona, Sepulturera Acuática.
Observadora de una lucida y húmeda ecuación:
"Emasculación selectiva y chapoteo”.
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