Acababa de pronunciar una conferencia en el Círculo
Entomológico y permanecía aún sentado mientras dedicaba ejemplares de mi último
libro cuando se aproximó una mujer de unos 37/38 años cuya carencia de
atractivo era fruto de su pertenencia al tipo sudorosa menstrual. No esperó a
que terminara mi labor firmadora y a muy poca distancia de mi oído susurró algo
así como que varias personas del público comentaban el gran parecido existente
entre ella y yo, y que incluso le habían llegado a preguntar si era mi hija. Al
salir del Círculo varios amigos y conocidos me advirtieron de que una mujer de
unos 37/38 años poco atractiva iba proclamando por la sala que era la hija del
conferenciante. Llegué tarde al despacho y aunque cansado conecté el ordenador
para ver si tenía correo y entre otros de escasa relevancia apareció el de una
señora de Tarrasa de la que perdí la pista hará unos 37/38 años tras recibir
una foto en la que se la veía con un recién nacido en brazos. Ahora dicha
señora recordaba aquellos tiempos aportando numerosos detalles entre los que
destacaba la confesión del gran amor que sintió por mí y el intento de
acercamiento a mi familia acudiendo a la consulta de mi padre ginecólogo
dentista. En una segunda tanda de sinceras declaraciones revelaba la sorpresa
que le produjo el conocimiento de mi progenitor cuyas virtudes profesionales
consideraba excelentes y cuyo aspecto físico resultaba muy parecido al mío pero
superándolo ampliamente en atracción sexual directa. Luego enumeraba lugares de
la ciudad de Barcelona que ella y yo habíamos compartido pero incurriendo en el
error de incluir una garçonnière de la calle del Camp que nunca utilicé pese a
poderle sustraer con facilidad las llaves a mi padre. No contesté al correo. No
he sabido nada más de esa señora. Y en cuanto a mi hermana espero no volver a
encontrarme jamás con un ser tan poco atractivo.
viernes, 30 de octubre de 2015
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