12.10.23
Hay gente que es feliz conociendo a un futbolista, otros se derriten si se fotografían con un cantante... Y los hay (estos son menos y a veces llevan su "cuenta") que se lucen si están al lado de un político nacional (me da igual su signo). Dejadme a mí y a unos cuantos que nos regocijemos en tener la oportunidad de aprender en vivo de uno de los escritores más singulares de nuestro tiempo: Francisco Ferrer Lerín. Pues, amén de haberlo leído con anterioridad y disfrutar la lectura, lo de escucharlo ayer noche en un amistoso encuentro con nuestro amigo Pepe Calabrús, fue un festín intelectual.
Las ideas claras, el invitado distinguido, la sinceridad sin fisuras, la dicción clásica, con un leve acento aragonés y la inteligencia jugando con soltura, mientras la memoria le asistía sin lapsus ni titubeos, compartiendo sabrosas anécdotas, elegante y señorialmente despachando las ingratas remembranzas y celebrando con gratitud los frutos de una vida entre la ciencia ornitológica y la escritura, una vida que adquiere proporciones legendarias en la defensa de la fauna de nuestros cielos y campos ibéricos. Ferrer Lerín en estado de gracia. Las preguntas que el público le hacía por nuestro paisaje local me traía a las mientes un topónimo de nuestros predios -que le será tan grato al autor- como "Buitreras", se le pedía consejo para fomentar Torredonjimeno (claro, era el alcalde, Enrique Castro, quien lanzaba esa carta; siempre trabajando) y una pregunta le permitía al escritor recordar con cariño y gracejo a Leopoldo María Panero.
La velada de ayer con Ferrer Lerín fue para el público una epifanía, pues este autor, nacido en Barcelona, vivió tres años en Torredonjimeno, aquí tiene buena parte de su familia y, aunque haya paseado por nuestras calles, hasta ayer no lo conocimos muchos lugareños en su calidad humana que desprende un carisma que, en el mejor sentido, se llama "autoridad" -algo irresistible en una época en que los ignaros y memos están rampantes. Prueba de esa "auctoritas" es que observé que, al término de la velada, la mayoría se aproximó al escritor, todos queríamos hablar con él o escucharlo si hablaba con alguno, nos hubiera gustado seguir esa conversación que ayer se estableció: a unos por la literatura, a otros por el conservacionismo de la naturaleza, a otros por las artes plásticas... A todos por la cercanía y franqueza de quien tanto sabe de aves, de literatura y del póquer de la vida. Creo que en nuestro municipio no existe todavía oficialmente esa figura de "Hijo Ilustre y Adoptivo de Torredonjimeno", pues digo yo que habrá que inventarlo para que Ferrer Lerín sea el primero que reciba tal título.
Manuel Swintila Fernández
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1 comentario:
Inminente adopción
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