“No hay mal que por bien no venga” es un certero refrán español de aplicación frecuente en tiempos de pandemia. Me explico con un ejemplo. Nunca me gustó estrechar las manos; por un lado manos sudorosas, por otro manos blandas deshuesadas, por otro manos de macho ibérico prestas a mostrar su hombría y, además de todo ello, un problema poco estudiado, el tiempo de estrechamiento, en qué momento hay que aflojar los músculos para separar la mano de la del contrario. Hará un par de años a un presbítero alcoyano se le olvidó el afloje y llevó arrastrando como un pelele a una enteca y gritadora feligresa durante bastante rato, el suficiente para que el episodio pudiera ser captado por la televisión local, creo que del Grupo PRISA.
jueves, 30 de septiembre de 2021
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3 comentarios:
Reacción entrópica
Patrimonio entrópico
el de nuestro personaje.
Le vimos en un viraje
enquistado en su tópico,
lacónico y metafísico,
enaciado pillaje.
No hay que quejarse
opinar o malversar
hay lo que hay
acudió diciendo
y ajustando la sotana
más vale consolarse y no
aguar la fiesta sin
lamparones
quemadoras llagas
u óculos por donde mirar
enhebrando esa aterida
proporción sudorosa
oro inevitable y nervioso
rarísimos
bramantes
impresiones
en la inexplicable
nadería
neblí radiante en la recta
oclusión final
venta final para una infame cetrería
emprendan lo que quieran pero
niéguense
guturales y al fin
atribulados
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