Rígido y solemne, como un viejo libro encerrado en los anaqueles, prisionero en el laberinto de su propia sabiduría, impotente ante la vida real que grita y bulle.
Duchesne dice haber visto en Cracovia a un médico polaco que conservaba en botellitas la ceniza de muchas plantas y que cuando alguien quería ver, por ejemplo, una rosa en estas botellas, tomaba el médico aquella en que había cenizas de rosal, poníala sobre una vela encendida, y advertíase enseguida formarse una nubecilla oscura, que se dividía en muchas partes, viniendo al fin a representar una rosa tan hermosa, fresca y perfecta, que se la hubiera juzgado palpable y olorosa como acabada de coger de un rosal. Esta experiencia se llevó más lejos: primero se probó, en París, por el doctor Burdó, que redujo a cenizas a varios gorriones hasta lograr que el polvo tuviera el tono rosado que según parece es necesario para esta especie de pájaros; luego, en Ginebra, varios doctores hicieron lo mismo, también con éxito, con unas palomas, cuyas cenizas, en este caso, para que pudieran resucitarse, hubieron de tomar el color morado; y finalmente fue Vandervect, en Lovaina, quien probó con cadáveres humanos explicando que existen en la sangre ideas seminales, es decir corpúsculos que contienen en pequeño todo el ser completo, y de hecho, al destilar sangre recientemente sacada, se ha visto aparecer, en la misma habitación, un espectro humano que lanzaba gemidos.
9 comentarios:
¡Menudo balaustre!
¿En la Biblioteca Nacional Mariano Moreno?
Lo ignoro. La foto no lleva pie.
¡Y vaya si lo es!
¡Menuda balaustrada!
Rígido y solemne, como un viejo libro encerrado en los anaqueles, prisionero en el laberinto de su propia sabiduría, impotente ante la vida real que grita y bulle.
¡Saltá la balaustrada!
eS ¡¡¡
eS
Es - ahora- la biblioteca de Alejandría.
Hieraticus !
Solemne ante la sabiduría.
PALINGENESIA
(BESTIARIO DE FERRER LERÍN)
Duchesne dice haber visto en Cracovia a un médico polaco que conservaba en botellitas la ceniza de muchas plantas y que cuando alguien quería ver, por ejemplo, una rosa en estas botellas, tomaba el médico aquella en que había cenizas de rosal, poníala sobre una vela encendida, y advertíase enseguida formarse una nubecilla oscura, que se dividía en muchas partes, viniendo al fin a representar una rosa tan hermosa, fresca y perfecta, que se la hubiera juzgado palpable y olorosa como acabada de coger de un rosal. Esta experiencia se llevó más lejos: primero se probó, en París, por el doctor Burdó, que redujo a cenizas a varios gorriones hasta lograr que el polvo tuviera el tono rosado que según parece es necesario para esta especie de pájaros; luego, en Ginebra, varios doctores hicieron lo mismo, también con éxito, con unas palomas, cuyas cenizas, en este caso, para que pudieran resucitarse, hubieron de tomar el color morado; y finalmente fue Vandervect, en Lovaina, quien probó con cadáveres humanos explicando que existen en la sangre ideas seminales, es decir corpúsculos que contienen en pequeño todo el ser completo, y de hecho, al destilar sangre recientemente sacada, se ha visto aparecer, en la misma habitación, un espectro humano que lanzaba gemidos.
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Escandalosamente aferente.
Y centrífugo.
En su sótano se encuentra el libro de arena.
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