Acudo a menudo a la plaza de la Catedral donde se concentran
grupos de jubilados ávidos por leer y comentar las esquelas que las funerarias
cuelgan de las rejas de los atrios. Hoy causaba especial revuelo la muerte de
una tal Miguela Baltasar Logroño, último componente de la familia Liborio, los
que regentaron durante muchos años el bar de dicho nombre. Me infiltro en la
masa parlanchina y obtengo los datos que me permiten reconstruir, sin tener que
preguntar, la historia de la saga. Liborio Baltasar Rodríguez abre el bar
Liborio a comienzos de la década de los cuarenta, se pone al frente y atiende
desde la barra a la parroquia, al tiempo que su mujer, Orosia Logroño Casajús,
“La Señora Liboria”, se encarga de la cocina donde prepara especialidades tan famosas como las Chiretas de la Señora Liboria, madejas de intestino de cordero
fritas y especialmente poco lavadas para así conservar el sabor no sólo a lana
sino a cagarruta fresca. El hijo mayor, Anselmo “Chirri” Baltasar Logroño,
ayuda a su padre durante unos años pero pronto enferma de mal difuso
falleciendo en 1968 devorado por la sarna. Otro hermano, Miguelón, casa con una
moza de las Cinco Villas y se instalan a vivir en el cuarto que sirve de
almacén de vinos y quesos; es matrimonio sin sangre que no resulta fértil y
ambos cónyuges mueren pronto, atropellados por una recua de mulas mezclada con
carneros. Nace Miguela en 1970, póstuma, de gran cabeza, su madre reventada en
el parto, y constituye eficaz apoyo para su padre hasta que la tropa la embaraza,
y huye. Liborio mantiene abierto el bar hasta 2009, poco frecuentado al final
por la escasa higiene en tiempos que ya se valora. Muere en 2011, y Miguela
regresa, sola, el hijo asfixiado por bocio nodular, y se encierra en el local,
sin agua, sin luz, donde sobrevive hasta agotar las existencias: latas de
berberechos, morcillas florecidas, garrafas de olivas negras y abundantes
bolsas de kikos y conguitos. Ahora, muerta, veo que la llaman La Pilotos.
martes, 25 de febrero de 2014
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15 comentarios:
Esquelas en la catedral, un tema caro a Lerín
La España negrísima!!!!
La muerte y sus diferentes formas de aproximación literaria.
joder macho.... te has pasao!!!!!!!
¡Anda que no he comido yo raciones de esas madejas de intestinos fritos en los bares de mi barrio! ¡Y bien ricas que estaban! Zarajos, se llamaban.
Eso sí, no llevaban cagarrutas.
Un abrazo.
costumbrismo ácido
Ganas por goleada a toda la literatura gore. Ésta al lado de las madejas de intestinos o la muerte por bocio nodular o por atracón de berberechos y conguitos no es nada.
Un abrazo
Francesc Cornadó
Sólo hay un asunto abierto. ¿Por qué la llaman la Piloto? Quizá es que la tropa que la embarazó era del Aire?
Los motes son, a veces, difíciles de rastrear. En este caso "La Pilotos" tiene la dificultad añadida del plural; todo un misterio.
En tiempos que ya se valora.
Fragmento Brau del poema Bar Liborio. También
recua de mulas.
Sin duda, Ist; descuartizado, el Bar Liborio, ofrece suculentas piltrafas.
Sin duda, Ist.
Descuartizado el Bar Liborio ofrece suculentas piltrafas.
¡Qué grande!
Especulo con el apodo:
Es una metonimia. Indica, a través de la profesión, el tipo de hombres que más le gustaban durante los años del hierro. Seguramente solamente fue uno, pero con él voló a lo más alto
A algunas personas les gusta leer en el water, a otras, escribir.
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