martes, 2 de agosto de 2011

Bibliofilia 19

Localización de dos ejemplares de una edición “supuestamente inexistente, perdida o fantasma” del Tesoro de las Tres Lenguas (1614) de Girolamo Vittori, italiano afincado en Ginebra a comienzos del siglo XVII que realizó una adaptación ampliada del diccionario de César Oudin.



La historia de la lexicografía con el español ha avanzado considerablemente en los últimos años. Por un lado, las universidades están realizando tesis doctorales sobre autores y diccionarios del Siglo de Oro o de periodos posteriores (Franciosini, Sumarán, Minsheu; lexicografía hispano-francesa, nomenclaturas hispano-latinas); por otro, las instituciones han creado instrumentos que facilitan la consulta de los repertorios de los siglos pasados, como las digitalizaciones de los Diccionarios clásicos de la Fundación Tavera, el Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española de la Real Academia Española o el reciente Nuevo Tesoro Lexicográfico del Español (s. XIV-1726) aparecido en Arco/Libros. La metalexicografía, así, adquiere poco a poco materiales y estudios más amplios que ayudan a mejorar el conocimiento de la historia y la formación de nuestro léxico. Sin embargo, son aún muchas las lagunas que quedan en el análisis de algunas obras, en la determinación de sus fuentes y ediciones o en la dependencia entre unas y otras, lo cual justifica que no tengamos todavía una historia de la lexicografía completa desde los orígenes hasta nuestros días. El propósito de este artículo consiste precisamente en hacer una pequeña aportación a esta historia de los diccionarios y más específicamente a la del Siglo de Oro, mediante la localización de dos ejemplares de una edición supuestamente fantasma del diccionario de Vittori, italiano afincado en Ginebra a comienzos del siglo XVII que realizó una adaptación ampliada del diccionario de César Oudin.

La historia del diccionario de Vittori es ya conocida entre los estudiosos de la lexicografía diacrónica, pero por la enmarañada que es y por las confusiones con que aparecen citadas sus ediciones en las bibliografías merece la pena que nos detengamos brevemente en ella. Girolamo Vittori había nacido hacia 1549 en Bolonia, pero, ante las persecuciones religiosas surgidas durante la Contrarreforma, se estableció en 1567 en Ginebra por su conversión a la causa protestante. Allí pasó el resto de su vida, sin que sepamos nada de sus actividades excepto la colaboración que realizó para la publicación de un diccionario trilingüe con el español y francés, al que él añadió la traducción italiana. La crítica ha determinado, y nosotros lo hemos también comprobado, que el diccionario francés-español / español-francés sobre el que se basaron los impresores ginebrinos era el de César Oudin, lo que hace que estas dos lenguas presenten, salvo algunos ligeros cambios, pocas diferencias respecto de su fuente. Sin embargo, el añadido de la tercera lengua hizo que se publicara en posteriores ocasiones creando una rama autónoma independiente, con ediciones en 1609 (la primera), 1616-1617 (la segunda), 1627, 1637, 1644 y 1671. Esto, al menos, en lo que respecta a los datos sobre los que no hay ningún género de dudas. Ocurre no obstante que, a lo largo de la historia, debido a la confusión con las ediciones del diccionario bilingüe de César Oudin (ediciones en 1607, 1616, 1621-1622, 1624-1625, 1645, 1660 y 1675), por una parte; a erratas quizá intencionadas en alguna edición trilingüe de Vittori (1606 donde debería decir 1616), por otra; y, finalmente, a una extraña mezcla con el título de otra obra trilingüe similar, del llamado anónimo de Trognesio, debido a todo esto, pues, ha resultado un conjunto de informaciones cruzadas en catálogos y bibliografías, donde la autoría de cada uno de estos diccionarios no resulta nada clara. Si a esto añadimos además otras complejidades, como los problemas de exportación de las obras ginebrinas por su defensa del calvinismo, que daban lugar a falsedades en los datos de imprenta y a otras tácticas encubiertas, y la existencia de emisiones con diferentes pies de imprenta según sea la portada de la primera o segunda parte del diccionario cuando dos o más libreros distintos compartían los gastos de impresión de la obra, podemos comprender todavía más justificadamente los deslices que encontramos en los catálogos. Esta maraña bibliográfica ha provocado que un estudioso como el profesor Bruña Cuevas (2007) haya realizado una reciente comunicación para determinar qué ediciones de las indicadas en BICRES deben considerarse de Vittori y cuáles de Oudin, ya que BICRES, como bibliografía de bibliografías, recoge las fichas de anteriores repertorios y vuelve a transmitir, conforme a sus fuentes, contradicciones y atribuciones indebidas.

El Tesoro de las tres lenguas francesa, italiana y española, aparece atribuido en BICRES
II unas veces a C. Oudin (ediciones de 1616, 1617, 1627 y 1677) y otras a quien creemos es
su verdadero autor, Girolamo Vittori, figurando incluso asignada alguna de sus ediciones a
ambos lexicógrafos. En nuestra opinión, esta doble atribución de autoría deriva de la
conjunción de dos factores: por un lado, la fidelidad de Niederehe a las fuentes bibliográficas
que le han servido de base; por otro, la confusión que reinó durante mucho tiempo en torno a
este diccionario, la cual no podía por menos que quedar reflejada en las fuentes que Niederehe
transcribe (Bruña Cuevas 2007: 118).

Junto a estos numerosos problemas bibliográficos indicados, aparece otro más que es en el que queremos nosotros centrarnos: la existencia o inexistencia de una supuesta edición del diccionario trilingüe de Vittori impresa en Amberes en 1614.

Nicole Bingen, que estudió con detalle los problemas citados de este diccionario y llegó a hacer una tabla con de sus ediciones (Bingen 1987: 236-237), y Annamaria Gallina (1959: 227-246), que también analizó el Vittori en su trabajo sobre la lexicografía bilingüe italo-española, conocieron la referencia por la que se citaba esta supuesta edición, pero la consideraban inexistente, inencontrable, noticia fantasma.

Que Peeters-Fontainas no la señalara no ha de verse sin embargo con extrañeza. Excelente bibliófilo y bibliógrafo, recopiló una de las mejores bibliotecas hispánicas en su residencia de Lovaina, hasta que fue dispersada tras la venta en Sotheby’s en 1978, y ciertamente describió con rigor todo aquello que vio; pero de aquello de lo que no tuvo ejemplar o no pudo ver en bibliotecas o a través de microfilm, no dio descripción. Es el caso que esta supuesta edición de Amberes, 1614, existe. Pero es tan sumamente rara, parecen existir tan pocos ejemplares, que, con nuestros esfuerzos y los medios informáticos actuales, tras realizar las búsquedas pertinentes en los catálogos colectivos de España (CCPBE, REBIUN, BPE y Catálogos Colectivos de las Comunidades Autónomas), del Reino Unido (COPAC), Suiza (RERO), Alemania (GBV), Francia (CCFr), Italia (ICCU), el metabuscador de la Universidad de Karlsruhe (KVK) y Worldcat, y en los ficheros manuales de la Biblioteca Nacional de España, de la Universidad de Ginebra y la Universidad Complutense, sólo hemos conseguido localizar dos ejemplares: uno en Tours, en la Université François Rabelais, Faculté de Lettres, Service de la documentation, que perteneció a Ferdinand Brunot, FB941, y otro en la Biblioteca Histórica “Marqués de Valdecilla” de la Universidad Complutense de Madrid, colección de Filología, FLL 10685. Con todo, es de suponer que más ejemplares existan en bibliotecas privadas o se localizarán en el futuro tras la recatalogación de fondos de las bibliotecas públicas, pero por el momento son sólo estos dos de los que podemos dar cuenta.

El análisis del ejemplar de Madrid nos ha deparado con todo alguna sorpresa. Encuadernadas las dos partes que lo forman en un solo volumen, el ejemplar fue “De la librería del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús de Madrid” y se trataba de un “duplicado”. Buena parte del cuerpo está deformado, tiene algunos cuadernos con hojas muy arrugadas y en ocasiones plegadas, quizá por una mala posición en la estantería, pero no afecta a la legibilidad del texto. El texto, sin embargo, como vamos a ver, es bastante menos relevante en este libro que su importancia bibliográfica. Efectivamente, podría pensarse que esta edición de Amberes contiene diferencias sustanciales o innovaciones en el texto con respecto a las impresas en Ginebra, al ser un lugar de edición distinto (todas las ediciones, de 1609, 1616-1617, 1627... se imprimieron en Ginebra). Sin embargo, confrontando esta de 1614 con la anterior de 1609, de la que también hay un ejemplar en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense, proveniente también del Colegio Imperial de los jesuitas, no hay duda de que ambas son la misma. Es más, se puede observar que se trata del mismo texto en las dos con exactitud, de una misma nomenclatura con idéntica macroestructura y microestructura, mismas disposición por página, mismas separaciones de palabras, etc., con diferencias únicamente en las portadas: las de la segundas partes de 1609 y 1614 son exactamente iguales, salvando la mención “A GENEVE, Par Philippe Albert & Alexandre Pernet” (1609) frente a “A ANVERS, Par Corneille Lectin” (1614); las de las primeras partes disponen las palabras por renglones de la misma manera, y sólo se distinguen, como arriba, por los pies de imprenta y por una marca de impresor distinta: en 1609 la personificación de la Fama tocando la trompeta dentro de un óvalo vertical y a sus pies el globo del orbe y la virtud, y una serpiente a cada lado, y, en la de 1614, un áncora y delfín y el lema: “Festina Tarde”. Hay que indicar, no obstante, que la disposición del título en la página es la misma en ambas y que el tamaño de la xilografía de la portada también, lo que pudo haber favorecido la sustitución de uno por otro al componerse la página.


Lo descrito nos da por tanto la explicación de lo ocurrido: se trata de dos emisiones de una misma edición, con cambio de portada. La impresión de un pie falso que indicara “A Anvers” se justificaría por el propósito de despistar la censura inquisitorial al exportar los ejemplares (en España las ediciones impresas en Ginebra eran especialmente perseguidas; en los Países Bajos meridionales la jurisdicción caía bajo la Universidad de Lovaina): Amberes era así un «nome fittizio, como Cologny, dato che moltissime opere del '600 stampate a Ginevra portano appunto come luogo "Anvers"; e il motivo è sempre da ricercarsi nelle limitazioni all'esportazione di libri dovute alle lotte religiose» (Gallina 1959: 238). El cuerpo del diccionario con fecha de 1614 es el mismo del de 1609, pero, para remozarlo y evitar confiscaciones, se añadió una portada con una marca nueva a la primera parte, la más visible, y se imprimió igual la portada de la segunda parte cambiando allí sólo el pie antiguo de Ginebra por este nuevo de “Amberes”. Teniendo por tanto en cuenta la falsedad del lugar de impresión, la búsqueda de un supuesto impresor o librero llamado “Corneille Lectin” no debe ser vista tampoco como existente, y de hecho ni en los catálogos colectivos citados arriba, ni en el repertorio de impresores de Mellot y Queval de la Bibliothèque nationale de France figura alguien llamado así. Que estos ejemplares se pusieran a la venta en 1609 o en 1614 es algo que escapa ya a nuestro conocimiento.

La supuesta edición de 1614 (emisión, por tanto) resulta, pues, similar en todo a los avatares que encontramos en las otras ediciones del diccionario de Vittori, en los que a veces aparece el nombre de “Cologny” como lugar de edición (lugar cercano a Ginebra, casi hoy unido a la aglomeración urbana de la ciudad), o “Cologne” (con que se pretendía despistar de nuevo a los censores, haciéndola pasar por libro impreso en Colonia, Köln). Además, hemos observado que, en algunos otros ejemplares conservados, el lugar “A Cologni” ha sido tachado con un tampón o unos signos de imprenta, y ha sido sustituido por una nueva estampación manual con tipos menores que dice “A Geneve” (así en algunos de las distintas ediciones que se conservan en la Biblioteca Nacional de España), lo que muestra de nuevo los enormes problemas bibliográficos con que se encuentra el investigador del libro actual al tratar este diccionario.

Podemos concluir, en definitiva, que las ediciones del diccionario ginebrino fueron las siguientes: 1609/1614, 1616-1617, 1627, 1637, 1644 y 1671. Puesto que desde 1627 se le añadió una tercera parte con italiano-francés-español basándose en el diccionario de La Crusca, se puede afirmar que nos encontramos ya con un diccionario diferente del bilingüe hispano-francés de César Oudin. La adaptación realizada por Vittori y los impresores de Ginebra configuraban ya una rama autónoma con respecto al diccionario que le había servido de fuente.


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Artículo publicado en Res Diachronicae, revista de la Asociación de Jóvenes
Investigadores de Historiografía e Historia de la Lengua Española (AJIHLE), ISSN: 1887-
3553, vol. 6, 2008, pp. 105-110 y en red: .

Luis Pablo Núñez. Facultad de Filología. Departamento de Lengua Española y Teoría de la
Literatura y Literatura Comparada. Universidad Complutense de Madrid. Avda. Complutense,
s/n. Edificio B. 28040 Madrid.

2 comentarios:

Ferragosto dijo...

Señor Francisco, como le dice un anonitonto, estamos en agosto y es mucho texto para leer.

Algo más ligerito?

Ferragosto dijo...

Gracias, los siguientes post son más cortos y amenos!!

¿Estaremos Usted y yo sólos en España en este maldito (para algunos) mes?