Siempre se ha dicho que el conocimiento de disciplinas como la botánica, la entomología, la herpetología, la ornitología, añaden valor, justifican una actividad como la del paseo por el campo, actividad que en sí misma no deja de ser insulsa, aburrida e inútil, como todas las vinculadas al ejercicio del deporte y a sus doctrinas paralelas. Descubrir a los seres vivos que nos rodean, y que son lógicamente más abundantes en espacios periurbanos que en espacios urbanos, proporciona una gratificante experiencia al observador, incluso al que, por prescripción médica, no le queda más remedio que pasear pese a que le resulte profundamente anodina dicha experiencia, hablo de quienes añoran el bullicio inmisericorde de las grandes ciudades. Ahora me escribe un desconocido domador uruguayo, de desconcertante nombre, Ferenc Krasna, para informarme, para agradecerme que le haya introducido en el mundo del Arte Casual (AC), que le haya abierto los ojos ante el gran número de manifestaciones de este concepto artístico que surgen ante el observador atento, eso sí del observador que disponga de cierto grado de conocimientos sobre Arte Contemporáneo. Adjunta foto de una porción del suelo del entorno de su domicilio en Montevideo, suelo que nunca tuvo en cuenta y que, ahora, le produce un gran impacto visual gracias a AC, al lograr que su retina, educada, registre, de modo incuestionable, un evidente, aunque quizá fugaz, hecho artístico. AC aporta pues un plus de interés a ejidos, huertos, ruinas, polígonos industriales, cementerios de coches, calles que se pierden en los campos, uno más de los benéficos efectos obtenidos al adentrarse en ese nuevo concepto que permite ver las cosas de otra manera, que quizá, incluso, enseñe a ver la realidad de otra manera, enseñe a ver, de modo pertinaz, la verdadera realidad.
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