EL
VERANO Y SUS PASIONES
1. ¿Cómo
será su verano tras la pandemia? ¿Tiene muchos viajes aplazados?
La
pandemia no se ha ido, sigue entre nosotros con un atuendo menos siniestro al
dirigirse ahora a un sector, la
adolescencia, tradicionalmente considerado como menos proclive al descalabro
total, y, por otra parte, aparecer como más respetuosa con los ancianos, a los
que no empuja con violencia y celeridad a la fosa. El verano será, para mí, un
verano más, un verano rutinario, a la espera de los desplazamientos propios de
otoño, en este caso ya a comienzos de octubre a Madrid, a presentar un par de
libros, y a Túnez para la entrega del Premio Formentor del que soy miembro del
jurado.
2. ¿Qué
significa el verano para usted?
El
verano es la estación deplorable en la que la miseria humana aflora con mayor
virulencia, la miseria de los cuerpos no aptos para la exhibición y que se nos
muestran a todas horas y en todas las situaciones. El verano es la estación del
año en que mi reclusión es aún más severa; cierro a cal y canto puertas y
ventanas para que no penetren dichos cuerpos tumefactos, esos muertos
vivientes, y sus horrísonos sonidos.
3. ¿Dónde
veranea? ¿Es de playa, de montaña, de ciudad o de pueblo?
Veraneé
con intensidad durante mi infancia y adolescencia barcelonesas. Auténticos
veraneos de tres meses en la casa estival, ese modelo de edificio grande y un
tanto destartalado denominado “torre”, situado, en el caso de mi familia, en
una población, llamada entonces Sardañola, en la que aun era posible rastrear la
huella de la guerra civil; recuerdo, en el inmenso jardín, las ruinas de un
cobertizo que alguien usaría como cochiquera y en el que, con mis primos,
desenterramos un fusil en buen uso, un naranjero. Hoy, el veraneo, ya no tiene
sentido, los desplazamientos son calamitosos y la estancia en la playa,
constituye la mayor de las torturas al ser pisoteado y rebozado de arena de
modo inmisericorde y constante por la turba irredenta de niños y otros
salvajes. Además, es difícil mejorar los registros térmicos de Jaca y de
sus estupendos enclaves, tan próximos y
solitarios. Aunque es evidente que la mejor solución para esos meses
catastróficos es permanecer inmóvil.
4. ¿Qué
dicen o qué cantan los pájaros en verano?
En
verano, el calor deja mudas a las aves, ya cumplido en primavera el ciclo
reproductor, aunque siempre hay excepciones en especies que realizan más de una
puesta o en las parejas en que esta se ha malogrado por algún percance
meteorológico.
5. ¿Cuál
ha sido el viaje de verano de su vida?
Nunca
he realizado grandes viajes en verano, soy un tipo burgués que abomino de las
incomodidades que otorgan el calor y las muchedumbres. Quizá estirando el
término podría considerar como viaje el que realicé en mi moto, una Ossa 150,
llevando de paquete a mi amigo Josemari Sabater, desde nuestro lugar de veraneo
a otro algo alejado, Gelida, famoso años después por el rodaje del filme de
Jaime Camino Las largas vacaciones del 36, para “ver” a mi entonces novia, la
suculenta Mary; tan suculenta que en el viaje de regreso se me nubló la vista
en una curva y moto Ossa 150, Josemari Sabater y quien contesta a su
cuestionario, rodaron barranco abajo lo que supuso no regresar a nuestro
domicilio hasta la mañana del día siguiente con el lógico desespero de nuestra
familias.
6. El verano está asociado a la
infancia y a la adolescencia. Ritos de paso, revelaciones,
amores. ¿Hay algo especial para recordar?
El
veraneo, que no el verano, está asociado a la ejemplarización de lo leído en
invierno, a la constatación de que aquellos maravillosos reptiles y anfibios de
los libros de Historia Natural de la biblioteca de mi padre no eran
entelequias. Un terrario de notables proporciones y buena ergonomía, encargado
a un perplejo carpintero y colocado a la sombra de uno de los ciruelos que
flanqueban la terraza de la parte posterior de la casa, permitió que aprendiera
el comportamiento de lagartijas, luciones, culebras y sapos. Ese fue el activo
principal de aquellos meses de calor y
avispas.
7. ¿Qué lugar ocupa el verano en su obra
y en sus fantasías?
Cierta
literatura intimista, impostada y femenina, la de Ana María Matute, Primera
memoria, por ejemplo, recreando la infancia y la ruralidad desde la óptica
urbana, pudo servir de sustrato para la construcción de la mía propia, pero sin
la existencia de la presencia directa del mundo natural que aportaba el verano
y que obraba de eficaz correlato a mis ensoñaciones, nunca hubiera supuesto el
motor de arranque de mis textos, alimentados, claro está, por una pasión
entregada a los poemas de Saint-John Perse y a
la hipérbole viajera de Camilo José Cela.
8. ¿Qué
tipo de lecturas, u otras actividades, realiza estos días? ¿Hay un libro
que encarne para usted el espíritu del verano?
Carezco
de espíritu obrerista, quiero decir que para mí todos los días son iguales, no
reclamo vacaciones, horas extras y jubilaciones, leo, escribo y salgo al campo
a observar aves de modo profesional e incluso agotador a lo largo de todo el
año desde que decidí olvidar otros oficios; los libros que atiendo son los que
me aconsejan mis asesores y si, en este momento, he de destacar uno,
recomendaría El derrumbamiento, de la uruguaya Armonía Somers (1914-1994),
[Ediciones Contrabando], una prodigiosa poliantea de relatos entre los que
sobresale el inicial, una delirante y rítmica ópera sacrílega que da título al
volumen.
9. ¿Qué película o películas están
asociadas a un verano
inolvidable?
Como
respuesta obvia, Verano del 42 (Robert Mulligan, 1971), y como respuesta
inteligente, La última película, de Peter Bogdanovich, también de ese año, que
no está asociada directamente al verano pero sí a su característica
fundamental, a su condición terminal, a algo que se escapa y que nos aboca a la
cruda realidad, a la pérdida de la infancia, al final de la última etapa de
ensoñación.
10. ¿Cuáles serían los discos y las
canciones del verano para usted?
“Canción
del verano" suena, y pido disculpas por el ramplón chiste, a gasolineras y
góndolas con casetes de El Fari y Georgie Dann. Lo siento pero no tengo canciones
asimilables a los periodos anuales.
11. ¿Cuál ha sido el gran
personaje de esta época del año?
Tampoco
soy capaz de responder a esta pregunta, quizá es que no la he entendido bien.
¿Los
que han nacido o muerto en verano, los que han hecho algo importante para la
humanidad en verano, los que han acertado la bonoloto en verano?
12. ¿Internet y los móviles han
hecho mejores las vacaciones? ¿Las han cambiado de alguna manera?
Internet,
los móviles, toda la tecnología, la investigación, la astrofísica, la
filosofía, las artes, la ciencia en general, forman parte principal de lo que
podríamos catalogar como grandes avances, lo que lleva a la población a
distanciarse, aunque sea lentamente, del sumidero en el que campan aún a sus
anchas los fantasmas del pasado, esa corte inmunda de supersticiones,
prejuicios, odios y modos de regular la convivencia, esa corte inmunda que no
necesita ser pormenorizada ya que está en la mente de cualquier espíritu
despierto.
13. ¿Cuáles serían los conciertos
de su vida?
No
soy de conciertos, no soy de multitudes; la música necesito disfrutarla en
soledad, ni siquiera con el acompañamiento solemne de una buena lectura; y ahí
radica la dificultad, no me queda ya tiempo para descubrir, para repetir
audiciones, para cualquier estado que exija disponer de un espacio temporal
considerable.
14. ¿Cuál es la más extraña o
sorprendente anécdota veraniega vinculada a su profesión?
En
una conversación con Félix de Azúa en el Salón de Ciento del Ayuntamiento de
Jaca, con motivo de una Feria del Libro, comencé a divagar (a veces no me
controlo) acerca del origen de nuestra vieja amistad y me perdí en el análisis
de unas genealogías, quizá inciertas, en las que el padre de Félix era el
trapero que había confeccionado y mantenía en buen estado las liebres de trapo
del barcelonés canódromo Meridiana, y mi padre el veterinario que tenía a su
cargo la salud de los galgos. Parece ser, expliqué, con un Azúa con los ojos
como platos, que algo ocurrió entre nosotros, sin duda por la diferencia de
clases sociales, y el recuerdo de aquel
choque empañó posteriores encuentros, por lo que creía llegado el momento de
sentar las bases definitivas de la reconciliación. A la salida, ya en la calle
Mayor, se me acercó un caballero, que se identificó como expresidente del
Colegio de Veterinarios de no recuerdo qué región española, para ofrecerme su apoyo
gremial por si mis palabras no hubieran sido suficientes para restañar la
herida.
15. ¿Qué significa vivir en Jaca
todo el año?
No
vivo en Jaca todo el año, reparto mi tiempo, cada vez más, entre el Pirineo y
Andalucía. Razones climáticas pero principalmente de la órbita de los
sentimientos, y cierta disminución en la capacidad de emocionarme ante los
paisajes septentrionales, me llevan a esa dicotomía que mantendré mientras
pueda conducir el coche sin sobresaltos, y cuando no sea así deberé elegir.
7 comentarios:
Extraordinaria entrevista.
atípica
Sus respuestas siempre son interesantes y, como estas de la entrevista, sin concesiones. Creo que casi no conozco a nadie que cuando escucha música solo haga eso y que además diga que la música es para escucharla uno solo. Y me ha gustado mucho leerlo. También deseo que encuentre un poco de tiempo para hacerlo.
Ayer estuvimos en Lizara, aunque no venga a cuento. Con un bocadillo.
Un cordial saludo
He quedado preocupado, señor Andandos; "estuvimos" indica plural, y "bocadillo" singular; no se me desnutra por favor.
Un bocadillo cada uno, de anchoas nada menos.
¡Ah, bueno, menos mal!
Tumba de Abd-Al·lah at-Tarjuman,
en Túnez.
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