Mi amistad con Carlos Tóper Valdivieso viene de 1964, de
cuando yo acababa de publicar De las
condiciones humanas y él acababa de conseguir el premio Acanto por sus
investigaciones en el campo de la ortopedia neonatal. Nuestro primer encuentro
fue en una cena con amigos comunes; nos caímos bien y pronto se sinceró
conmigo: tenía una molestia intermitente en la escápula derecha que le impedía
conducir el Pegaso Z-103 y jugar al fléndit. Cuando volvimos a vernos, en la
sauna Miraflores, me enseñó la gran mancha de su escápula derecha y, unas
semanas después, en la boda de Marta Loverdos de Altimira, desnudó su torso
para mostrar, a todos los invitados, la depresión profunda en que se estaba
convirtiendo la lesión escapular, una depresión que, de suyo, era más bien una
oquedad, por no decir un monumental agujero. Quizá el gesto en la boda no fue
bien interpretado y alguien, poco piadoso, acuñó el término "El orificio
Tóper", que a poco se convirtió en "Tóper, El Orificio". Ahora,
en la caja mortuoria, he tenido curiosidad por saber, con exactitud, en qué se
había convertido el amigo Carlos Tóper y, efectivamente, como apuntó el
capellán en el prolijo responso, sólo quedaba un aro, una franja de carne en
forma de anillo; el orificio se había enseñoreado de su persona, que era algo
así como el neumático de una rueda de bicicleta.
lunes, 11 de marzo de 2019
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8 comentarios:
Buenísimo.
Gracias Andy.
Tóper a tope
Extraordinario.
Se trata de una proporción inversa, cuanto más grande es el orificio menos pesa.
Saludos
Francesc Cornadó
Que bueno es Ud. señor Francisco, no conozco escritor capaz de escribir cosas así
Espeluznante.
Geometría carnal resoluta.
Maestro, Ferrer. Descripcion detallada de las situaciones escapularios inenarrables. La imaginación queda limitada por la realudad
Aplíquesele el adjetivo “FANTÁSTICO” en todas sus acepciones, añadiendo algunas de nueva creación aunque invadan el territorio semántico de la inquisición sonámbula o el de la lúcida fiebre.
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