Me pregunto qué clase de sugerencias correctoras debió esquivar un autor como Thomas Bernhard, y cómo hubieran quedado sus novelas de haber permitido las amputaciones.
Los correctores son, inevitablemente, Bestias de la Corrección. Miran desde el otro lado del espejo, no pueden saber como vibraba la mente del que escribía. Se afanan, resoplan, tiemblan; todo ello mentalmente (y con buenas y profesionales intenciones).
Al Anónimo que pregunta: "¿y en el Ulises actuaron los correctores?". Así es, pero corrigió Joyce, excediéndose a la paciencia de los editores y los tipógrafos; posiblemente para defenderse de la borrosidad de los correctores.
7 comentarios:
Interesante, muy interesante.
Compruebo que la versión que se muestra en el libro no hace caso de tantas correcciones
Me pregunto qué clase de sugerencias correctoras debió esquivar un autor como Thomas Bernhard, y cómo hubieran quedado sus novelas de haber permitido las amputaciones.
y en el Ulises actuaron los correctores?
Curioso e intenso. Me ha encantado verlo. Te lo agradezco.
Una muestra más de Arte Casual.
Los correctores son, inevitablemente, Bestias de la Corrección. Miran desde el otro lado del espejo, no pueden saber como vibraba la mente del que escribía. Se afanan, resoplan, tiemblan; todo ello mentalmente (y con buenas y profesionales intenciones).
Al Anónimo que pregunta: "¿y en el Ulises actuaron los correctores?".
Así es, pero corrigió Joyce, excediéndose a la paciencia de los editores y los tipógrafos; posiblemente para defenderse de la borrosidad de los correctores.
Publicar un comentario