miércoles, 27 de diciembre de 2017

Primer ciclista


Esperé a que tomara la curva. Se distanciaría pero la superficie susceptible de recibir el disparo sería mayor. Disparé. Y cayó. Mi primer ciclista. Arranqué. Y fui hacia él. Había muerto. Todo fue rápido entonces. Lo arrastré a la cuneta. Lo desvestí. Introduje en el maletero la indumentaria y la bicicleta. Rajé el cadáver hasta eviscerarlo parcialmente. Y lo empujé talud abajo. Ya vi buitres. No tardaron. Mientras maniobraba para dar la vuelta empezaron a bajar. Al alejarme contemplé por el retrovisor cómo se abalanzaban sobre el cadáver. La bicicleta la llevé al punto limpio. La indumentaria al atrio de la iglesia del Carmen. La codician los gitanos. 

11 comentarios:

Anónimo dijo...

CONCLUSIÓN: Por obra y gracia del resuelto tirador el primer ciclista dejó de ser mortal y devino en lo contrario. 

PUNTUALIZACIÓN: A pesar de las ansias necrófilas de algunos cazadores enajenados todas las rapaces siguen vivitas y coleando.

Anónimo dijo...

Un relato que se incorpora a la tradición leriniana del rifle oculto > en una arqueta de riego en "La Huerta Dumbo" o en el maletero del coche del protagonista en "Obrero escalador"

Anónimo dijo...

habría que buscar antecedentes en el clásico OBRAS PUBLICAS

Stratís. dijo...

¿La bicicleta es lo que codician?

Anónima dijo...

A veces Ferrer Lerín da miedo

Istefel dijo...

Buscar
Antecedentes
Siluetas muertas Llegó la hora
El disparo.

Ella dijo...

Ya sabes que este tipo de violencia no me gusta.

Anónimo dijo...

Entonces, ¿qué tipo de violencia es el que te gusta?

Istefel dijo...


Sólo la lectura es cruel.
La narración es limpia.

Anónimo dijo...

Es la magia del desafuero.

Anónimo dijo...

podría ser que la palabra para describir estas historias lerinianas sea desasosiego, o asfixia