Leoncio, Gerundio, Crescencio y Venancio son cuatro amigos
casados, reconocidos calaveras, que recurren a cualquier treta con ánimo de
divertirse. Llegan a Andalucía para correrse una juega en un cortijo, con una
conocida artista, pero hacen creer a todo el mundo que se encuentran en un
viaje por las islas Columbretes. Pero la casualidad quiere que el barco donde
ellos dijeron viajar se vaya a pique, ahogándose todo el pasaje. Entonces, para
salvar su reputación, deciden viajar realmente a las Columbretes y que el
secretario de uno de ellos finja encontrar una botella tirada al mar en la que
explican que se han salvado y dónde se encuentran. Pero el secretario, que está
enamorado de la hija de uno de ellos y sabe que su jefe nunca le dará su
bendición, ve la oportunidad de conseguirla y decide no cumplir con su parte
del trato, dejándoles a su suerte. Adaptación al cine (1939) de una obra de Enrique
García Álvarez y Pedro Muñoz Seca que ya había conocido una versión muda, en
1926. La que nos ocupa está considerada como una de las mejores comedias de su
director, Eduardo García Maroto, quien encontró el tono exacto entre el
realismo y el absurdo para narrar tan descabellada historia.
miércoles, 24 de junio de 2015
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
"... el tono exacto entre el realismo y el absurdo...". Ahí está todo o, simplemente, eso es todo.
Publicar un comentario