martes, 16 de septiembre de 2014

Necrología 13


  
Las secciones de Sucesos deparan, a veces, historias de gran calado. Cuentan que en Sevilla el distinguido odontólogo Lesmes Griego Grazalema adquirió un traje de lana frita, de la acreditada marca “Proctólogo”, para lucirlo en una boda. Tras la ceremonia religiosa, en la que permaneció de pie para no arrugarlo, llegó cansado al banquete por lo que rápido buscó una silla para zamparse, relajado, unos canapés de gallina. Tras la ingesta quiso cruzar las piernas y así adoptar esa postura que tanto le gustaba, pero comprobó que no era posible; la tela, las piernas, le resbalaban. Se levantó sin dar importancia al asunto pero luego, ya en pleno ágape, le volvió el cansancio y al intentar repantingarse se escurrió completo; todo su imponente cuerpo se deslizó sobre la barnizada madera, desapareciendo bajo la mesa, golpeándose fatalmente el occipucio con el borde del asiento.  

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Es oportuno releer ahora estos dos textos premonitorios:



“...sentado en una silla, revólver en mano, sangrando por la boca y con el pecho perforado. Sólo entrar, como si hubiera estado esperándome, se dobló, hacia adelante, el peso del tronco y de la cabeza arrastraron el resto del cuerpo y deslizándose, como una serpiente aplanada, como en los dibujos animados, se convirtió en un fardo.” (Familias como la mía, p. 191)


“ ...se lamentaba de que desde hacía algún tiempo le resbalaban las telas: al desvestirse caían las prendas al suelo aunque las dejara en una silla o incluso en el galán de noche y, en los banquetes de la Sociedad Mundial, necesitaba ayuda constante del servicio de camareros ya que no lograba mantener la servilleta sobre los muslos.” (Gingival , p.31)


1 comentario:

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Me acuerdo de "No se culpe a nadie" de Julio Cortázar