Conocí a Vera Istán Vozlatino en la bolera de la calle
setenta y dos. Vestía chándal color frambuesa, gorra del Sleeper Club y
deportivas Julián Mamerto cinco estrellas. Nos caímos bien. La segunda noche,
aparcados en el callejón del Viento, cercano a su domicilio, le confesé que la
amaba, y ella sacó la multiusos y segmentó mi miembro en un abrir y cerrar de
ojos. Pasaron años, iba ya por la octava operación y empezaba a desesperar; las
cicatrices seguían escupiendo pus y sólo reteniendo la orina durante dos
semanas conseguía una erección satisfactoria. Salía de la clínica Altea, y ella estaba allí, en la acera, acompañando a un hombre que pudo ser mayor y que
ahora era un despojo tirado sobre una silla de ruedas. Me abrazó. Se mostraba
arrepentida. Con un gesto rápido, nervioso, típico en ella, se apartó, soltó el
freno de la silla de ruedas, la empujó para que rodara calle abajo, abrió el
bolso, y me entregó un tarro de pegamento Larios. “Lo pega todo”, dijo,
divertida, casi alborozada, mientras se colgaba de mi brazo derecho e
iniciábamos la búsqueda de una buena trattoría. Le encanta la comida italiana.
jueves, 12 de junio de 2014
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10 comentarios:
joder Lerín como puedes ser tan bueno!!!! nadie escribe como tu
¡Fulgurante!
Quien es la de la foto?
Y no eres rencoroso. Seguro que pagaste la cuenta de la tratoria.
Para Otro Anónimo: se trata de la actriz Kiernan Shipka.
Agunas creen que con un poquito de pegamento se arregla todo. No, no y no.
Francesc Cornadó
Kiarnan Shipka? La niña de Mad men que se...?
Ya dije en otra ocasión que has llegado a la perfección con estos relatos cortos.
¿supurable?;
digo, ¿superable?
un saludo devoto.
Genial. ¡Ay, ese callejón del Viento! Saludos
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