Parece ser que conducía Malena Cortijo y yo iba, absorto, en
el peligroso asiento del copiloto. Dice que se le nubló la vista y ante la
perspectiva de chocar contra un fresno pisó el freno con tanta fuerza que el
pedal perforó el suelo y salió rodando por la carretera hasta caer dentro de la
madriguera de unas comadrejas. Nadie cuenta lo qué fue de mí. La condición de
absorto no invalida la posibilidad de tener buenos reflejos. Quiero decir
que pude abrir la puerta y saltar antes de que se produjera el fatal desenlace.
Porque no fue un fresno lo que se interpuso en nuestra trayectoria sino una
tienda de las que compran oro. La tienda en la que yo trabajaba como
dependiente. Y de la que Malena era la propietaria. Regresábamos de una
excursión por los cementerios de la provincia. De arrancar muelas y algunos
puentes.
viernes, 11 de abril de 2014
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4 comentarios:
Has llegado a la perfección.
Malena......??
esta Maleni sale mucho señor Lerin
Absorto y alerta: el estado ideal de todo buen dependiente.
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