martes, 15 de abril de 2008

Sin provecho hasta hoy

Las escarpas exteriores del Castillo de San Pedro de Jaca (La Ciudadela) albergan una nutrida colonia de Gorrión chillón –Petronia petronia-, ese pájaro confundido a veces con sus parientes el Gorrión común –Passer domesticus- y el Gorrión molinero –Passer montanus- y que en las estepas zaragozanas y turolenses es llamado Chirla. Fue en mayo de 1968 cuando llegó de Barcelona un especialista, un ornitólogo que atendía por Paolo, y que fue reclamado por el Centro Pirenaico de Biología Experimental para dar respuesta a las arduas cuestiones que concitaba tan ruidoso volador. Pasados 39 años, en la misma ciudad altoaragonesa, Paolo asiste al acto de clausura de un Curso Extraordinario de la Universidad de Verano impartido por el Catedrático Julián Casanova. La conferencia versa, fundamentalmente, sobre la 2ª República.

El estudio sobre el Gorrión chillón no arrojó resultados espectaculares. La conclusión fue que se trataba de un ploceido de temperamento desabrido, escasa antropofilia y biología no muy diferente a la de los restantes miembros de su familia. Se archivó y pasó a formar parte del caudal de conocimiento de un centro en el que, como en muchos otros, primaba la investigación pura, alejada de cualquier atisbo de aplicación práctica para el ser humano. Para rentabilizar a Paolo se le mantuvo un tiempo almacenando mariposas nocturnas y confeccionando la lista de las aves nidificantes, migradoras e invernantes de la comarca. Luego se dijo que el ornitólogo había ido allí por otra cosa... pero eso es algo que nunca ha quedado suficientemente explicado.

La palabra de Julián Casanova trasciende lo académico para caminar sin ambages por el terreno de lo político. Dijo que no era imparcial. Y no fue necesario. Brillante, vigoroso, con dominio absoluto de la doctrina y de los resortes escénicos construyó un discurso sin fisuras catapultando los registros indispensables para componer un periodo de nuestra historia que anda huérfano de información tanto por culpa de la dictadura franquista como de los gobiernos democráticos. Daba la sensación de que nadie podía haber que supiera tanto y fuera capaz de contar tan bien la vida y obra de Lerroux, Alcalá-Zamora, Azaña y Franco. Una señora, encendida por la pasión del orador, le llamó Pavarotti. En resumen, Casanova cree en lo que dice, sabe lo que dice, utiliza argumentos demoledores y aunque haya tenido que aprender en los libros estos habrán sido sin duda los mejores. En ningún momento, y esto lo aproxima al tenor, se sufrió por si iba a equivocarse, por si iba a tener el más mínimo desfallecimiento.

Pero la historia, como asignatura, siempre se nos había vendido como mercancía de gran interés para la comprensión de lo de hoy e incluso de lo de mañana. Es ocioso repetir frases en la línea de “sin el XIX no es posible explicar el siglo XX”, mas lo que escuchamos expectantes el otro día desmonta este tipo de argumentos. Todo el contenido de la conferencia destilaba naftalina, nada de lo que se nos contó era trasladable a nuestro estado de las cosas. La llamada Historia Contemporánea Española ha quedado descolgada, por el vértigo del cambio, de cualquier posible uso para el ciudadano. Como en el estudio sobre el Gorrión chillón, no son aplicables criterios de utilitarismo; hoy, sobre España, gravitan problemas entonces inimaginables: la inmigración masiva, la exacerbación del egoísmo regional, los terrorismos y, por encima de todo, la espada de Damocles del desastre ambiental fruto directo de la explosíón demógrafica planetaria. La República, la Guerra Civil nacieron de otro caldo de cultivo; el de la miseria económica y, lo que es lo mismo, de la miseria cultural. Aplaudamos, no obstante, a Julián Casanova, por su labor investigadora y por plantarle cara con sabiduría al frente revisionista de los Moa y los Vidal.

Heraldo de Aragón
08/11/07

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