lunes, 29 de abril de 2019

Ricci


Persistir el viento durante la noche

¿Fue la arrogancia, la displicencia de la joven Cristina, lo que cautivó al hacendoso ornitólogo? Meditó, no mucho tiempo es verdad, sobre dicha circunstancia, para concluir que ella estaba hecha para él y él quizá para ella. Ahora la lacra, el velorio, agostan el buen sendero que conduce a la capilla. Cristina se desmorona al atardecer, pero no sólo es el rostro sino el total de la cabeza; occipucio y parietales se comprimen hasta parecer de goma, ya no es aquel balón glorioso que excitara al poeta de las aves, al cumplido seglar.
  




jueves, 25 de abril de 2019

Siete noches















































Siete noches, Jorge Luis Borges.
Epílogo de Roy Bartholomew.
Fondo de Cultura Económica, colección Tierra Firme.
Madrid.1980. Primera edición española,
simultánea a las primeras ediciones de Buenos Aires y Méjico;
todas en el Fondo de Cultura Económica.

martes, 23 de abril de 2019

Por San Jorge


(Para Tere C.A.)


No es habitual la entrega de empanadillas en plena vía pública. En el cruce de la Avenida de Oroel con la calle Ferrenal casi tropiezo con una señora de mediana edad que lleva en una mano lo que parece una bandeja de pasteles. No puedo evitar abordarla. Contesta, amable, que no son pasteles sino empanadillas, recién hechas, de atún, tomate y huevo duro, para su hermano enfermo, que mucho le gustan. Al verme interesado, y dada su amabilidad, me ofrece probarlas. Digo que no, que su hermano las necesita todas, pero ella insiste. Levanta con cuidado el borde del envoltorio de papel, y aparece una espectacular fuente de empanadillas calentitas y de aspecto crujiente, las que tanto me gustan. Coge una, y me la da. Me la como encantado. Buenísima. Expectante, aguarda mi veredicto. Asiento con la cabeza, al tiempo que me limpio con un pedazo del papel que cubre la fuente y no dejo de mirar con fruición al resto de empanadillas. Ella ensaya un “¿quiere otra?", la verdad que un poco alarmada. No contesto. Actúo. Cojo una rápido, y la devoro en un pispás. La señora está asustada. Arrepentida de intimar con un extraño. Aprovecho su desconcierto y agarro la bandeja. Caen algunas empanadillas sobre la acera mientras huyo con el botín calle Ferrenal arriba. Estoy por detenerme y recogerlas, pero empieza a gritar. Algo así como “¡las empanadillas, socorro, socorro, las empanadillas de mi hermano Jorge!". Dejo de oírla cuando doblo a la derecha, por la calle de Las Cambras, y me pierdo en la Judería.  

martes, 16 de abril de 2019

Axilas















































Rubem Fonseca
Axilas y otras historias indecorosas
Traducción de Pablo del Barco
Francisco Ferrer Lerín, En dos palabras
Días Contados http://www.diascontados.es/index.asp?Idioma=CAS&Seccion=DetalleObra&Libro=90
Barcelona, 2019

domingo, 14 de abril de 2019

Luchando contra el fuego























Museo de Miniaturas Militares. Ciudadela de Jaca.
Maquetista: Diego Fernández, director del Museo.

lunes, 8 de abril de 2019

Mis inicios herpetológicos















































Atlas de reptiles.
Atlas de reptiles y anfibios.
12 láminas en colores, con 59 figuras.
Texto explicativo adaptado al español por el Dr. D. Busquets Sánchez.
Tercera edición.
Editorial Orbis. París, 160. Barcelona.
Imp. Vda. Luis Guinart Peix. Barcelona. 1956.

lunes, 1 de abril de 2019

Las muñecas de Edith








Uno de los éxitos de crítica y público de estas Fiestas ha sido Las muñecas de Edith, un relato conmovedor que narra las peripecias de una chiquilla alemana desde su más tierna infancia hasta que se convierte en una adolescente aguerrida y emprendedora. Edith establece como punto de partida el robo de una muñeca, tipo de juguete que constituirá el nexo entre los episodios que conforman el libro.

“La primera muñeca que tuve, con ojos, boca y nariz, y con un vestidito monísimo (las muñecas que había tenido antes estaban hechas con una media y un calcetín), me la robó –mientras la paseaba en el cochecito– una señora, supongo que para su hija. Me dejó llorando desconsolada. Todavía recuerdo la pena de la pérdida de mi primera muñeca.”

Traza un plan para consumar la venganza.

“Compré en un bazar de orientales otra muñeca y la rellené de explosivos. La coloqué a la misma hora y en el mismo lugar en que se consumó el robo, en una fuente cercana a un puesto de golosinas”.

Pero una súbita tormenta moja la dinamita y las niñas que se la llevan no se ven afectadas. Edith reflexiona y ve que la mano divina ha querido impedir la masacre, al tiempo que le marca el camino, que habrá de ser el de la mejora en la fabricación y comercialización de las muñecas. Se traslada a Cataluña, región española famosa por su poderío industrial, contrae matrimonio con un marino ibicenco, y crea un taller de ideas y una red de distribución por vía marítima. Estos son algunos de lo modelos que registra:

Muñeca Abortiva con selector de plazos y supuestos.
Muñeca Parlanchina con selector de hablas regionales.
Muñeca Onanista con selector de aparatos y mecanismos.
Muñeca Blasfema con selector de blasfemias según comarcas.
Muñeca Pechuguita con selector de tamaño de las ubres.
Muñeca Pícara.




Rosín








Mi nombre es Andrés Lucena Jiménez y me hallo en el lecho de muerte. Me acompañan mi queridísima madre, Rufina Jiménez Jiménez, mi abnegada esposa, Luisa Calvero Montánchez, y mi único y prometedor hijo, Luis Lucena Calvero. Valga este documento como adenda al testamento que, junto a mi esposa, redacté el 28 de marzo de 1999. Digo que los últimos veintisiete años de mi vida he trabajado en la empresa SEPERES (Selección de Personal Especializado), radicada en Madrid, con el cargo de Jefe de Selección en el Área Alimentaria. Gracias a este cargo he adquirido una notable experiencia, registrada en memorias y memorandos, que espero pueda aprovechar a mi hijo. Sin embargo, hay pequeños detalles de esa labor, testimonios grabados y escritos, que no fueron recogidos, bien por considerarlos de poco valor, bien por su carácter confidencial. Pese a la obligación de eliminarlos copié, indebidamente, uno de ellos, y de esa felonía quiero dar fe en este folio, dirigido en especial a Luis, a quien doy libertad, tras su lectura, de destruir mediante llama viva y lanzamiento al aire de cenizas. Esta, amado Luis, es la copia de una carta, de una solicitud de trabajo, de un especialísimo currículo; lee, y luego te comento.      

Me gustaba chupar

En mi tierna infancia, me llamaban Rosín, y una cosa que me gustaba mucho era tocarme los deditos de una mano con la otra: contaba. Pero, un día, sobre los 2 años, instintivamente, al no llevar ya chupete, sin querer me metí el dedo pulgar en la boca, y chupé y chupé. Me dio mucho gustito, me di cuenta de que era muy placentero y que en el futuro iba a necesitar otra cosa. Descubrí que los dedos servían para más cosas que solo contar.

Que sepas que su autora consiguió la plaza de Diseñadora de Caramelos con Palo de una conocida marca líder en el sector. Nada más. Me despido. Y espero encontraros algún día, que sea tarde para vosotros, en la otra vida. Vuestro hijo, esposo y padre, Andrés Lucena Jiménez.




Provechosa nadadora

Aquel verano Mariona lo pasó jugando en la balsa de la finca familiar. Un día, una monjas, cantidad de monjas en blanco y negro, vinieron a saludar a su abuela y a una de ellas, al acercarse a la balsa para ver su rostro reflejado, le cayó el crucifijo al agua. Mariona, rauda como un torpedo, buceó hasta el fondo, ¡3,5 metros!, emergiendo con el amuleto en la boca, por lo que fue recompensada con cien pesetas. Pocas semanas después el gato Roberto, persiguiendo un ratón por el pretil, resbaló y cayó, y no sabía nadar, y era de noche, y nadie oyó sus maullidos. Mariona, a la mañana siguiente, fue la encargada de recuperar el cuerpo. También el perro Carlitos se ahogó durante el verano, y también el niño Tito, el hijo de los guardeses, y la enana Viruelas, de engañoso peso. Y todos estos cadáveres, y no sé si alguno más, fue Mariona quien los extrajo o ayudó a extraerlos. Mariona no olvidó estas experiencias y, cumplidos los siete años, escribió un Manual  sobre las particularidades que ofrecen los cuerpos ahogados, de cuyos epígrafes damos fe para cerrar este informe: “Por qué flotan los cadáveres el noveno día al estallarles la vesícula”, “Importancia del tamaño de las nalgas y de los pechos en los cadáveres de las mujeres así como del tamaño de las partes secretas en los cadáveres de los hombres, en lo que respecta a la postura de flotación”, “Extracción de pulmones, intestinos y perforación de cráneo en cadáveres de ratones, ratas y humanos para calibrar el tiempo de ascenso a la superficie”, “Putrescencia en cadáveres de caballos sujetos con sogas y piedras en el lecho de una balsa de riego”, “Emasculación selectiva y chapoteo”.     


Olguita y el cangrejo








Olguita Nietatunes vivía en un pueblo de la Costa Azul. Desde su casa, en una calle muy empinada, se veía el mar Mediterráneo y también cómo se despeñaban los automóviles deportivos que circulaban veloces por la Grand Corniche. El señor Mondavaras, propietario de la pescadería Mondavaras, era antipático y tacaño por lo que Olguita, bastante traviesa, urdió un plan maquiavélico para fastidiarle. Habló con el perro Gusano, con quien sí tenía buena amistad, y decidieron esconderse tras un confesionario para oír lo que Mondavaras le contaba al cura. Así supieron que buena parte del marisco que despachaba tenía origen ilegal, llegaba adherido al casco de las pateras e, incluso, al cuerpo de los ilegales. Gusano y Olguita esperaron a que la camioneta Berlingo descargara la mercancía y, aprovechando la pronunciada cuesta, lanzaron calle abajo un tonel repleto de Fernet Branca que chocó contra Mondavaras, su ayudante Catalinete y las cajas de pescado y frutos del mar. Los cangrejos salieron disparados y uno de ellos, de fuerte complexión, cayó en el regazo de la niña Olguita, bajó por su minifalda y penetró en lo más íntimo de su ser hasta provocarle un embarazo ectópico. Gusano no quiso hacer frente al problema y Olguita Nietatunes, al carecer de recursos, y para evitar que la vergüenza cayera sobre su respetable familia, tuvo que dejar el país, embarcando, en el vecino puerto de Tolón, en un navío de guerra donde daría a luz a un hombrecillo que, pasado algún tiempo, inauguraría una saga de valerosos marinos.