martes, 23 de abril de 2019

Por San Jorge


(Para Tere C.A.)


No es habitual la entrega de empanadillas en plena vía pública. En el cruce de la Avenida de Oroel con la calle Ferrenal casi tropiezo con una señora de mediana edad que lleva en una mano lo que parece una bandeja de pasteles. No puedo evitar abordarla. Contesta, amable, que no son pasteles sino empanadillas, recién hechas, de atún, tomate y huevo duro, para su hermano enfermo, que mucho le gustan. Al verme interesado, y dada su amabilidad, me ofrece probarlas. Digo que no, que su hermano las necesita todas, pero ella insiste. Levanta con cuidado el borde del envoltorio de papel, y aparece una espectacular fuente de empanadillas calentitas y de aspecto crujiente, las que tanto me gustan. Coge una, y me la da. Me la como encantado. Buenísima. Expectante, aguarda mi veredicto. Asiento con la cabeza, al tiempo que me limpio con un pedazo del papel que cubre la fuente y no dejo de mirar con fruición al resto de empanadillas. Ella ensaya un “¿quiere otra?", la verdad que un poco alarmada. No contesto. Actúo. Cojo una rápido, y la devoro en un pispás. La señora está asustada. Arrepentida de intimar con un extraño. Aprovecho su desconcierto y agarro la bandeja. Caen algunas empanadillas sobre la acera mientras huyo con el botín calle Ferrenal arriba. Estoy por detenerme y recogerlas, pero empieza a gritar. Algo así como “¡las empanadillas, socorro, socorro, las empanadillas de mi hermano Jorge!". Dejo de oírla cuando doblo a la derecha, por la calle de Las Cambras, y me pierdo en la Judería.  

5 comentarios:

Anónimo dijo...

El enfermo aún espera.

Francesc Cornadó dijo...

Rousseau, hubiese esperado este mismo comportamiento del filósofo francés.
Saludos
Francesc Cornadó


Chanate dijo...

Encuentro casual,
curiosidad gastronómica,
repentismo expoliador
y espléndido escapismo.

Xavi dijo...

El atún debilita...
Si fueran de espinacas...

Xosé Espona dijo...

Dios hará que las empanadillas del impío crujan con ecos de insecto.