martes, 25 de diciembre de 2012

Jornada de un visionario

Sobre el frigorífico descansa la jarra de vidur llena de agua para beber a morro. Esta mañana al llevármela a la boca he visto en su interior, reflejado en la agitada superficie líquida, el mural de Miguel Ángel del ábside de la Capilla Sixtina, pero en el estado actual, muy colorista, tras la restauración de 1980-1999.

A mediodía, al volver del campo y dejar el todoterreno en el garaje, descubro una figura de carácter antropomórfico que, de modo estático, permanece junto a la puerta del ascensor. No conozco a la persona (o a su copia) pero al recoger la propaganda de buzoneo veo que lleva en los brazos a un niño al que sí creo conocer. Salgo a la calle a tirar los papeles en el contenedor azul y, estando en ese trance, recuerdo, de golpe, a quién se parece el niño. Se parece a mí, con cuatro años, en una avenida de Barcelona. Entro de nuevo en el portal. La forma sigue. Intento arrebatarle el niño. Pero lo tiene asido. Con fuerza hercúlea. Brazos de hierro o piedra. El niño muerto. Subo a casa. Busco las fotos viejas. Y ahí está él. O quizá yo. Este que vemos.   

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Brutal

anónima dijo...

Son dos historias muy diferentes, para dos post.

Anónimo de antes dijo...

Si se fija, Anónima, el título es Jornada...

Anónimo dijo...

Qué ricura.

Otro anónimo dijo...

¿Una estatua como las de Corradini y Sanmartino de las que muestra en su blog?

Istefel dijo...

Swedenborg , Emanuel el
Salvador della figura de Will
que vela
por nosotros pescadores en
la hora frontal de
nuestro frost más
el leve contacto claro
de las yemas.

La liebre dijo...

Orificios, corrientes de aire.

Culinaria dijo...

Qué delicia.

Anónimo distinto dijo...

Estos "qué ricura" y "qué delicia" hacen mención al texto o al niño retratado?

Anónimo de la ricura dijo...

"Qué ricura" hace mención al encantador infante. Al texto cabría aplicarle calificativos igualmente elogiosos pero de otra índole. De las intenciones del anónimo de la delicia no me hago responsable, pero me inclino a pensar que se refiere a la entrada en su conjunto: texto y foto.

Anónimo distinto dijo...

Uno aclarado, a ver que dice "qué delicia".

Culinaria dijo...

Así es, Anónimo de la ricura. Me refería al texto y al pequeño Lerín.

Amante de la Fotografia dijo...

Pequeño delfín. Zapato sumergido en charco. Mapamundi arbóreo. Huella.Fragmento blanco. Sobre el cartón, fragancia.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

El color azul siempre ha propiciado la memoria de la infancia. No entiendo por qué lo han escogido para los contenedores de papel. Deberían servir para conservar, para evocar y no para reciclar: todos como indigentes, con medio cuerpo en su interior, buscando entre el olvido un pedazo que rescatar.
Hermosa entrada Mr. Amatller

Observador dijo...

Sr. Ferrer: percibo un retorno al estilo de sus prosas de LA HORA OVAL en el final de este estupendo relato.

W dijo...

"Brazos de hierro o piedra. El niño muerto." ¡Sensacional!

Indalecio dijo...

¡Aúpa Lerín!