jueves, 15 de marzo de 2012

Humor

Sería 1973. Acababa de publicar, en Papeles de Son Armadans, el relato biográfico (prosa poética según Carlos Jiménez Arribas) “Rinola Cornejo y el Estrangulador de Boston”, cuando cierto compañero de universidad me entrevistó para una revista literaria que él dirigía. Parece que vea la escena: sentados uno frente a otro en unos sillones de eskay del bar Don Pancho de la Travesera de Gracia de Barcelona, la mesa repleta de folios y, en su mano regordeta, una primitiva grabadora que funcionaba a tirones. De la entrevista, de la que no conservo prueba, sólo recuerdo la insistencia con la que el entrevistador, hoy reconocido y pulcro poeta canario, me preguntaba acerca del tono humorístico que flotaba en ese y en otros trabajos míos; el hombre no lo entendía y, quizá, no lo toleraba. Luego, no sé exactamente cuándo, conocí las declaraciones de mi ídolo Jorge Luis Borges sobre la inconveniencia de incluir chistes e ironías en la literatura, reservándolos para tertulias y otros intercambios orales. Quedé marcado; yo no contaba chistes (no he contado nunca, ni sé contarlos ni recuerdo siquiera uno si tuviera que hacerlo ahora) y el humor que el vate insular me atribuía no era el humor al uso, quiero decir que no era el humor chocarrero y obvio de otros escribanos pero, estaba claro, en mi escritura había un elemento no canónico que podía obrar en la dirección del desprestigio a la hora de evaluarla. Menos mal que ayer comprobé, en los Apuntes Biográficos sobre Joseph Haydn, de su coetáneo Georg August Griesinger, traducidos, prologados y anotados por mi amigo Luis Gago, que los genios también pueden ejercer el humor aunque sea, en el caso del príncipe de la armonía, en un campo, el de las pantomimas, bromas gordas y picardías inocentes, que no es el mío.

9 comentarios:

Antonio Erena dijo...

El ejemplo más famoso:

http://www.youtube.com/watch?v=uLCUpe0gU54&feature=related

Para despertar a los que se dormían en sus conciertos.

Perpetuum dijo...

En Libros esenciales de la Literatura en español de Ignacio Echevarría, el crítico dice lo siguiente:

La publicación, en 2005, de Níquel supuso la revelación de un novelista singularísimo en el marco de la narrativa española, en la que resulta difícil encontrar equivalentes de la sofisticada nonchalance, del frío humor, de la nada afectada maestría que este libro ponía de manifiesto. Cinco años después, Ferrer Lerín (poeta excepcional y esquivo) retomó aquella novela, le adosó nuevos y heteróclitos materiales y publicó el conjunto bajo el título común de Familias como la mía. Extraño sumidero de imposturas autobiográficas, de ademanes narrativos, de crónicas falsarias (...), Familias como la mía juega en las fronteras del género novelístico y se ofrece como un irónico y radical ejercicio de desmitificación personal e histórica (el libro sugiere una fascinante lectura de la tan cacareada Transición española en clave conspiratoria), marcado por la incorrección política y el eficaz tratamiento del humor, del sexo y de la más salvaje violencia.

Istefel dijo...

Antonio Erena.

Extraordinario hilvanado: ancha espalda( Platón?) , gañota armónica, mueca haydniana.

Gracias.

Anónimo dijo...

Sr. Perpetuum. Libros Esenciales es una colección?

Pantomima man woman dijo...

Quizá uno de los aspectos fundamentales del humor sea la literalidad, la reproducción de la realidad sin omitir detalle alguno, junto con el coraje para expresarlo. Las convenciones sociales y la imposición de lo políticamente correcto nos ha llevado a reírnos y maravillarnos cuando alguien osa soltar una verdad como un templo, en la que todos estamos de acuerdo o con la que nos identificamos, y sin embargo nunca nos atrevemos a reproducir libremente. Acaso sea la subjetividad escrutadora de la técnica narrativa del Sr. Ferrer lo que otorgue carácter hilarante a ciertos episodios de sus obras.
Para ilustrar esta argumentación, nos permitimos recordar pasajes de Níquel, como la memorable partida de póker interrumpida por una cucaracha y la seducción de Paolo a cargo de la camarera que le sirve la cena por las noches.

Perpetuum dijo...

"Los libros esenciales de la literatura en español" (Lunwerg editores, 2011) no es una colección, Sr. Anónimo, es el título de un libro en el que el crítico literario Ignacio Echevarría reseña una selección de títulos imprescindibles de la narrativa en español desde 1950 hasta 2011, una especie de canon literario. En el año 2011 destaca dos títulos, uno de Luis Magrinyà y el otro, "Familias como la mía" de nuestro anfitrión en esta casa.

Vigilante dijo...

LO que no me queda claro señor Pantomima es si esos pasajes para que sean hilarantes han de ser verídicos o pueden ser resultado de la ficción.

Pantomimanwomiste dijo...

En su condición de hilarantes no entra la consideración de su naturaleza ontologicamente considerada.
Su cualidad no pasa por física ni metafísica alguna.

Pantoetc dijo...

Otrosí:
la clave reside en cuanto la distinción de esa barrera-frontera deja de ser relevante para el balance final.