“Kramer uses a bathroom in a office building and just begins working there.” (Epguides, sumario del episodio 137 de Seinfeld.) Cosmo Kramer se pone a trabajar en una empresa sin cobrar, sin estar contratado, sin que nadie se lo pida, con naturalidad, sin reflexión alguna, sin premeditación. Extraviado por los pasillos tras salir de los servicios, se añade al flujo de empleados que tras la hora del almuerzo van incorporándose a sus puestos. Como uno más entra en un despacho, se sienta ante una mesa y adquiere desde ese momentos los hábitos de cualquier ejecutivo. Le vemos trajeado, con una cartera bajo el brazo, madrugador, entregado, cumplidor, hasta que pasado un tiempo -¿unas semanas?- es llamado al orden por el jefe: no está contento con él, su rendimiento es catastrófico; Kramer sin inmutarse arguye que, realmente, lo que sucede, es que él no trabaja allí, y el jefe contesta, con total parsimonia, que él ya lo sabía.
Dejando aparte el chusco desenlace la historia es ejemplar. El personaje del impostor, del simulador, del intruso, tiene un gran arraigo social. Pero se trata, en general, de acciones “interesadas”: colarse en un cóctel, en una boda, en un espectáculo; cohabitar con la mujer de un hermano al abrigo de la oscuridad del dormitorio; incluso ocupar un puesto de trabajo de rango superior aprovechando una ausencia, como Melanie Griffith en Armas de mujer. Pero Kramer se mueve por simple mimetismo, desarrolla una labor de imitación de gestos, actitudes, atuendo, que lleva en sí misma la gratificación: una complacencia de índole actoral, de pura filigrana artística. Porque estamos hablando de una estirpe de hombres que nunca pensaron que el dinero pudiera llegar a través del trabajo, que no reconoce como lógica la relación causal entre empleo y salario (como no la hubo entre cópula y embarazo, para muchos de nuestros congéneres, hasta tiempos recientes).
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"Kramer", en la sección 'Facsímiles' de Papur.
domingo, 27 de junio de 2010
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1 comentario:
Qué maravilla! (lo suyo señor Ferrer).
Soy fan total de Seinfeld.
Yo adoro a Georges, su miseria es tan compresible. Me asombra que los guionistas sean capaces de arrancar sonrisas en el limite de su drama, que es ser hijo de quien es...Inolvidable Festivus, y un largo etc.
Cuando dice a las mujeres que es arquitecto ... En fin, ya me entienden (los que conozcan y aprecien esta serie).
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