A principios de los ochenta soñaba, a menudo, que aún seguía en la Universidad siendo no obstante consciente, en el sueño, de que la carrera la había acabado hacía años. La acción se situaba en un periodo inicial del curso; de hecho, aunque estaba sentado en un aula, no quedaba claro si me había matriculado y esa duda planeaba a lo largo de todo el sueño causando, claro está, cierta zozobra.
Una década antes había sido otro el sueño recurrente. Seguía en el Ejército y tenía que ponerme el uniforme a toda prisa para someterme a revista. Lo curioso es que, en la realidad, nunca vestí de uniforme ya que estuve destinado en una sección de apariencia civil.
Al reflexionar hace un tiempo sobre el porqué de la reiteración del primer modelo de sueño rechacé todas las teorías que apuntaban al retroceso, a la nostalgia, a la necesidad de volver atrás para recuperar el tiempo perdido, llegando a la conclusión de que, los soñados, fueron años de gran aburrimiento, que ese era el problema, el aburrimiento, el no tener nada que hacer, el matar el tiempo, el buscar soluciones como asistir a clase en la universidad, pese a tratarse siempre de la misma asignatura, para ocupar las interminables horas. En cuanto a ponerme con prisas el uniforme militar; nunca me ha gustado que me agobien.
Sin embargo, hoy, analizando con calma los acontecimientos, creo descubrir cierta falsedad que no se corresponde a esa condición fundamentada que se atribuye tradicionalmente al acto de soñar. Empezando por el uniforme, no parece necesario ejemplarizar la angustia del apremio mediante una circunstancia que nunca se dio. Y respecto al aburrimiento, no encuentro en mi biografía ningún periodo en que imperara esa circunstancia. Sólo se me ocurre, entonces, que hubiera un segmento de mi vida, del que no guardara recuerdo, en el que se dieran estos hechos: usar uniforme militar y no tener una ocupación que ahuyentara el fantasma del aburrimiento. Desde la infancia escribo un diario; lo he repasado y ahí no hay nada. Entonces sólo cabría pensar que los sueños fueron la verdadera vida y que en ellos no escribiera un diario que pudiera despejar estas incógnitas. O que el diario sí existiera y que fuera incapaz de hallarlo tras tantos cambios de domicilio. A lo que habría que añadir, en este punto, una nueva cuestión: ¿desde qué plano de la existencia estoy escribiendo en este blog?
miércoles, 27 de enero de 2010
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13 comentarios:
Compartiré con vosotros este sueño, por si acaso sirviera de algo.J. Bentham muestra a un locutor invisible los planos del Panopticón. Cierra un cartapacio enorme tras guardar en él el documento. Lo coloca en un moderno estante , uno de esos metálicos que se desliza sobre raíles cuando accionas una rueda lateral, y se va hacia la puerta hablando en voz alta y, por lo que se ve, solo. La luz se apaga.
El sueño sigue pero lo único que recuerdo antes de despertar es: un acantilado sobre el mar , perros que ladran, el aire helador. Se oye arrastrar de cadenas y alguien , no sé quien, me reprocha no haber pagado la entrada.
E incluso:
¿ coincide , intersecta o se aproxima asintóticamente con el tempus del lector?
¿Qué extraña espiral retroalimenta esa infinita variabilidad, entre reinos de vigilia, noches soñadas, sueños diurnos y nocturnos insomnes?
La explicación apunta y emerge al
sueño de escribir, potencias del lector que
sueña al escritor y los ojos descifrando
dándose caza a través
de un delicado dédalo de realidades abstractas, pobladas de omisiones o
huérfanas de un hilo
conductor.
Pero siempre, más allá, otra superficie
nos remite a la bocana,
al nuevo dock.
Nos vuelve a faltar Sarah, qué le habreis hecho!
Puedo confesar y confieso, ya que hoy va de sueños, que soñé con ella en alguna ocasión.
Senor Ferrer. Le cuento un suenyo. Mi hermana cae al suelo varias veces en el jardin y cada vez le sale un gato debajo de las faldas. La hace tropezar? Vive en la intimidad de ella?
Como corean@ de Palencia que soy: yo diría que los diferentes planos de la existencia que alguien podría llegar a distinguir solo adquieren consistencia y definición en el lenguaje. El lenguaje mismo sería uno de los planos en esa clasificación. Podría decirse que los escritores vivieran en ese plano y ,siguiendo la lógica de esta clasificación, necesitan de su experiencia en otros planos para sobrevivir bien nutridos en el del lenguaje. Uf ¿desde donde he escrito esto? Y ¿he sido yo?.
¿Desde donde escribe usted este blog? Eso sí que está claro: desde Tokio.
Como le dije yo soy de Palencia , y allí todos los coreanos sabemos que no hay mas existencia que la que arde.
Lupo , ayer o antes de ayer fue nuestro santo . Pero intuyo ,encaramado al talud o cunetaplano de mi delirante respirancia, que es usted un prosaico budista o un proteico nosequé.
¿Se cabe?
Lupita será mexicana por eso Lupo dice se cabe, claro, no quiere decir se coge, que está muy mal dicho y además creo que significa otra cosa allende los mares. Pero hay gente que dice "cogemos" en lugar de "cabemos". Pues sí, en efecto, la hay. Y se les entiende lo que dicen, cierto? Pues ya está, almibarados y barrocos coleguillas de blog. Y seguiría descarrilando pero casi que me retiro ya. Yepaaaaaaaa
Otro Lupo? Ha sonyado algo para contarlo aqui? Por mi cabe pero no mando
Nada, nada, a mandar que pa eso estamos.
Y usted, Caballero Suzuki, sepa que es el único legible y majete.Con un canutín, se ven la cosas distintas.
Y me da todo igual, voy a volar alrededor de todo, a sobrevolar planetas y continentes y bajaré, cual buitre leonado, cuando esté todo resuelto, es decir, nunca.
Sueño que, sueño con...vayan al psicoanalista, gasténse una pasta rica y saquen la conclusión que mejor les venga.
Y me voy a tomar un Cardhu. A su salud, a la de todas y todos. Cheers!! Y cuando no pueda más, qué haré cuándo no pueda más?
http://i42.tinypic.com/2aako4y.jpg
¿Cardhu?
http://blogs.ya.com/midnightsong/files/cardhu.jpg
El mar lente y permisivo
admite duda,
demente duelo.
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