Volvieron. Un grupito de seis, tres activos, los demás
complacientes, colocaban a una persona contra un muro; una persona de negro,
con un chambergo rojizo, en posición de crucificado. No excesivamente crueles,
uno ebrio, celebraban con regocijo la ocurrencia. ¿Colaboraba el monigote? Hubo
un intento por su parte de despegarse pero pudo ser un
juego, formar parte del mismo. En la pantalla quedaban bien, a la gente les gustaban. Yo, entre espectadores de edad provecta, como correspondía a la media,
disfrutaba con la cinta pero quizá aún más con los comentarios. Noté que mi
espalda no se apoyaba directamente en la butaca y quizá tampoco mis posaderas;
una chica atractiva, sin duda propietaria de muslos rollizos y endiablados, estaba
debajo de mí, exactamente yo estaba sentado encima de ella. La rara postura no
impidió que se sincerara; que los viejos la tocaban, que ahora aguardaba pero
que en cuanto pudiera iría con ellos, y no quedó claro si era a cambio de
dinero y si se trataba de los viejos que ocupaban la platea o de los viejos que
salían en la película. Me llaman Celia, eso dijo.
sábado, 6 de abril de 2013
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11 comentarios:
Albricias, volviste!!!!
¡¡Como me gustan sus escritos, Sr. Lerín!!. Dentro de esas pocas líneas hay media docena de historias, extensas, intensas, perversas todas ellas
Gracias Sr. Pobrecito; es que yo soy así, concentrado, pero abierto al posterior despliegue, mío o de otros.
Hay una retroalimentación, desde la cinta a la pantalla, desde la pantalla a la llamada realidad, desde la llamada realidad de nuevo a la pantalla. Hay una gruta sugestiva , mítica, y afuera, el sueño de plomo.
Pero el número 1 es Orange Mecánique. El número 2 es algo de Lynch. Y el número 3 es cualquier número cualquier viejo cualquier muslomoza cualquier cinturón.
El nombre lo decide todo. No es Susana.
Fámulo ha atravesado el océano, y nos conmueve.
Celebro, Darío, que Fámulo haya culminado la travesía; otra cosa, sin duda peor, es que perturbe vuestras honradas mentes.
Me llamo Celia.
Sensacional relato que utiliza algunos de los temas caros a Francisco Ferrer Lerín: la vejez, la mujer joven sexualizada, los planos de la realidad...
Buenooo¡ me han cambiado el final asi que ahora me llaman Celia.
Es usted genial, Sr. Lerín.
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