lunes, 16 de julio de 2012

Tres novelas de contenido sexual



Tres novelas importantes en mi relación con la historia de la literatura. La primera, Congreso en Estocolmo de José Luis Sampedro, la segunda, El amante de Lady Chatterley de D.H. Lawrence y, la tercera, Trópico de Capricornio de Henry Miller. 

Congreso en Estocolmo, publicada en 1952, fue la mercancía clandestina que el club de jugadoras de bridge al que pertenecía mi madre hacía circular entre aspavientos y sonrisas cómplices. Pese a mi corta edad supe de ella aunque, como es lógico, se impidiera que mis ojos, y demás sentidos, pudieran turbarse leyendo sus páginas. En 1958 me hice con el ejemplar que se guardaba bajo llave en el despacho de mi padre y, desde 2007, por circunstancias que no tienen nada que ver con aquellas cuitas familiares, mantengo una buena amistad, no libidinosa, con José Luis Sampedro y su mujer la escritora Olga Lucas. 

El amante de Lady Chatterley llegó a mí en 1959 gracias a una cleptómana argentina instalada en Barcelona. Era una edición mejicana de nefasta tipografía y peor traducción. Recuerdo que cuando en 1980 la contrasté con la de Francisco Torres Oliver publicada por Alianza no reconocí muchos de los pasajes. En cualquier caso tanto la edición mejicana como la española contenían un diálogo, entre Hilda y el guardabosques Oliver Mellors que, debido a mi ética ambiental, me produjo mucho más desasosiego que las supervaloradas escenas eróticas; se daba cuenta, con toda naturalidad, de la intención del guardabosques de matar una rapaz nocturna, sin duda para configurar la brutalidad del personaje. No conservo ninguna de las dos versiones por lo que he recurrido a otra, on line, en la que, eso sí, la rapaz nocturna es una lechuza y no un búho:

-Puedo encontrar el camino perfectamente sola -dijo.
-Dudo que pueda -contestó él con tranquilidad.
Volvieron a bajar de nuevo por el sendero en silencio y en una fila ridícula. La lechuza seguía ululando. Mañana tendría que matarla.

Trópico de Capricornio formaba parte del lote que mi padre compró a un viajante de artículos non sanctos, lote en el que también se hallaban las Obras Completas de Sigmund Freud en la edición en dos volúmenes de López-Ballesteros para Biblioteca Nueva (Madrid, 1948) y las Memorias de Casanova, también en dos volúmenes, ilustrados por Serny, en la colección El Arco de Eros de E.D.A.F. (Buenos Aires, 1962). Trópico de capricornio, la más famosa e intensa obra de Henry Miller, conformó los inicios de mi escritura en prosa y, quizá como homenaje, aparece en las páginas 321-322 de Familias como la mía a propósito del término “doppelgänger”:


Nada hacía presagiar el uso, en este texto, del vocablo alemán “doppelgänger”; quizá, y buscando los tres pies al gato, pudo influir cierta reciente y tenue propagación del término aquí y allá en documentos pretenciosos. En cualquier caso, la única conexión del autor con la palabra, se produjo merced a la novela Trópico de Capricornio de Henry Miller en cuya página 188 (cito por la tercera edición, 1964, Santiago Rueda Editor, Buenos Aires, traducción de Mario Guillermo Iglesias) puede leerse “-Eso, Miss Abercrombie –le dijo-, es una especie de Doppelganger a mi verdadero miembro.”

A mediados de la década de los sesenta Ferrer Lerín poseía un ejemplar anotado de Trópico de Capricornio al alcance de sus amigos más tenaces en al arte masturbatorio. En la primera guarda se daba relación, a lápiz, de las páginas en las que aparecían los pasajes más sugestivos. Uno de los receptores del ejemplar, el castellonense Norberto Tuerto, fue sorprendido por su padre en acto contranatura y, arrebatándole el catecismo, lo descuartizó y echó al fuego. Después preguntó de quién era y qué valor pecuniario tenía, y así pude, resarcido, adquirir otro ejemplar –éste que manejo- aunque, no sé ahora, si el masacrado sería tercera edición u otra anterior.



5 comentarios:

Sr. Tarraque dijo...

"El amante de Lady Chatterly" y los Trópicos de Henry Miller han sido una ineludible lectura juvenil durante varias generaciones. Aunque imagino que no fue lo mismo leer uno de estos libros a principios de los 60 que hacerlo en los años 90. Ignoro si las nuevas generaciones los siguen leyendo.
No conozco el de José Luis San Pedro.

Perpetuum dijo...

Devoré los Trópicos y El amante de Lady Chatterley. Aunque no leí la mencionada novela de Sampedro, me deslumbró Octubre, Octubre. También en aquella época, leí Delta de Venus y alguno de los diarios de la sensual y extravagante Anaïs Nin, fuertemente influida por D.H. Lawrence y H. Miller.
Gracias, Sr. Lerín por la aclaración respecto a la naturaleza de su actual amistad con el Sr. Sampedro; de no haberlo hecho... ¡no sé qué hubiésemos pensado!

Anónimo dijo...

Es muy significativo que José Luis Sampedro se haya hecho famoso con lo de los indignados y demás obviedades y en cambio una novela como Congreso en Estocolmo no sea conocida no solo por los dos comentaristas sino por la mayoría de gente que conozco

Otro anónimo dijo...

La novela de Sampedro es de una época en que no se difundía la información. Otra cosa sería ver si es una buena novela.

Una anónima sin serlo dijo...

http://irenia.blogia.com/2005/070401-congreso-en-estocolmo-jose-luis-sampedro.php