lunes, 9 de julio de 2012

Ormond el sangrante

Una etapa de mi vida de la que nunca he hablado es la que pasé en Santander como celador en el Hospital Marqués de Valdecilla. No digo que fueran años especialmente esplendorosos pero sí cumplieron a la perfección con el objetivo buscado: vaciarme a fondo, sentimental e ideológicamente. Además, y por eso rescato ese periodo, pude conocer a algunos personajes realmente sobresalientes de los que destacaré uno, el hombrecillo parlanchín y vivaracho que apareció la madrugada de un domingo de invierno contando a todo al que tenía a tiro, en especial al sufrido personal de recepción, que a él le sangraban no sólo los orificios sino que también se le cubría la piel de sangre. Preguntado que cuándo le sucedía dicho fenómeno respondió que cuando le daba la gana. Llamaron al corpulento doctor López, el internista de guardia, entraron juntos en la sala de reconocimiento, y nunca más volví a ver a tan minúsculo individuo. Estas vacaciones, en las fiestas patronales del pueblo del que soy originario, me sorprendió ver que junto a los habituales autos de choque, noria gigante y caballitos, se había instalado un barracón pintado de rojo y con aspecto de búnquer, ya que carecía de vanos excepto la taquilla y una estrecha puerta tapada con una pesada cortina. Compré un tique y entré. Daba miedo. La oscuridad casi absoluta y el aire viciado se complementaban con la música siniestra que surgía de una gramola. Me senté, apartado del resto de espectadores, todos hombres, que fumaban compulsivamente. El espectáculo fue breve. Un tipo corpulento, en pijama hospitalario, se tendió, tras despojarse de la parte superior de la prenda, sobre una cama metálica, y una mujer, ataviada de enfermera, le dio a la manivela para incorporarlo de modo que pudiéramos constatar, a la luz de un foco, como, de repente, comenzaba a sangrar por la boca, la nariz y los oídos, luego por los ojos y, finalmente, por la superficie de la piel que quedaba al descubierto.              

8 comentarios:

Iste dijo...

El retroperitoneo es una de las áreas más complejas de la anatomía humana, al situarse en este

espacio una gran variedad de órganos y estructuras pertenecientes a diferentes sistemas, especialmente

al aparato urinario, digestivo y vascular. La incorporación de distintas técnicas diagnósticas

de imagen nos han permitido estudiar el retroperitoneo, por lo que gracias a la ecografía, la tomografía

computarizada y la resonancia magnética, que han supuesto un decisivo avance en la valoración

de las distintas patologías retroperitoneales, se ha podido establecer de forma fiable las características

y relaciones anatómicas de las estructuras implicadas en estas.

La localización en el espacio retroperitoneal de diferentes órganos del aparato digestivo y del sistema

vascular hace necesario un abordaje multidisciplinario por parte de diferentes especialidades

quirúrgicas, sin olvidar que el urólogo desarrolla en este espacio una gran parte de su actividad quirúrgica,

por lo que ha de estar familiarizado tanto con los diferentes órganos retroperitoneales del

aparato urinario como con las relaciones que estos establecen con los demás órganos y estructuras

propios del espacio retroperitoneal.

( De " Buscando a Ormond" vol II: " sudando sangre" - Ed. Santa Ana-Levantina, 2002, Trad. Leopoldo de Lucas Sanguinetti. Roma)

Anónimo dijo...

¡Qué vértigo!, don Paco. Se ha superado superlativamente.

Otro anónimo dijo...

el internista...?

Anónimo dijo...

Demuestra que no eres un robot.

Anónima dijo...

Julia Ormond

Tipo antiguo dijo...

Hacía un montón de años que no oía la palabra gramola

Perpetuum dijo...

Hematohidrosis, un fenómeno desagradable y de lo más inconveniente. Enjugar el sudor a alguien que lo padece produce el efecto -en palabras de un médico- de lavar carne.

Anónimo dijo...

Buenísimo. Enhorabuonarroti. La caseta de feria está clavada. Lástima que este año no haya venido a las fiestas. Yo presencié al hombre que sudaba cocaína, nos invitaron a esnifarla para probar que era cierto. Resultó ser una mujer (suplente, él actuaba en la tele autonómica); la coca, dijeron los entendidos, mediana. Gracias.