lunes, 23 de julio de 2012
El vendedor de rosquillas
Estoy en la Estación Central apoyado o pegado a una persona
más baja, un vendedor de rosquillas, cuchicheando o simplemente hablándole al
oído, tan grande es el estruendo. Es una escena ya vivida que un grito de la
estridente Martanís pone en evidencia al despertarme. No sabré (nunca sabré, no
logro recuperar el sueño) qué situación era esa, si mi estancia en el gran
vestíbulo obedece a razones de peso o es un simple subterfugio del guionista
para reflejar mi soledad o la incomunicación entre los seres humanos. Constato
ahora que el estruendo no procede del incesante paso de trenes por los andenes
sino de los gritos de Martanís, inútiles en apariencia ya que en medio de la
noche nadie acude a socorrerla, por lo que podría tratarse incluso de una cinta
de la época del cine mudo, muy antigua por lo tanto.
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16 comentarios:
Debe ser un subterfugio, sí.
Ya no nadaremos juntos en el mismo mar de todos los veranos.
Si la persona encontrada en el recinto del ferrocarril es ajena al servicio de la Red, el guarda la conducirá fuera del sueño después de haber apuntado su nombre y señas de su domicilio.
Maryska, su nombre la delata, es la vendedora de mariscos, la competencia del vendedor de rosquillas, el señor Roskyllo, que soy yo y soy bajo.
Vaya, es usted muy listo a pesar de su estatura y su sordera. Sordera que atrapa erizos, erizos cocineros. Imagínense a un erizo pinchudo tocado con un gorro tipo chapela ¡No quiero probar su exótica comida!.
Vaya, es usted muy listo señor Roskyllo, a pesar de su estatura y su sordera. Sordera que atrapa erizos, erizos cocineros. Imagínense a un erizo pinchudo tocado con un gorro tipo chapela. ¡No quiero probar su exótica comida!.
Como recientemente visité algunos monumentos megalíticos y participo del daliniano concepto de azar objetivo, según el cual el azar alimenta las obsesiones propias interponiendo en nuestro camino motivos pertinentes que nos las recuerdan de forma insensata, me he detenido en esa primerísima imagen de El vendedor de rosquillas: "Estoy en la Estación Central, apoyado o pegado a una persona más baja, un vendedor de rosquillas, cuchicheando o simplemente hablándole al oído, tan grande es el estruendo."
El esquema de una figura conversando con otra más baja, me conduce a Les causeurs, los menhires de Île-de-Sein, uno junto a otro, uno más bajo que otro, en actitud conversadora u orante. En una visita a la isla, André Breton asimila Les causeurs con las figuras del Ángelus de Millet. Dalí menciona este proceso mental de asimilación de Breton en su estudio paranoico-crítico sobre la mencionada obra.
Aunque Dalí lo haga suyo, el concepto es bretoniano ("Nadja", "El amor loco"), no daliniano.
La escena es ante todo cinematografica. Cuantas veces habremos visto a los protagonistas de una pelicula americana deambulando por el hall de una gran estación de tren?
Agradezco el apunte, Sr. Anónimo. De todos modos, seguro que hay diferencias notables de matiz entre el concepto inicial (he mirado en la red gracias a su comentario), al parecer de Engels, el surrealista y esotérico de Bretón, el paranoico delirante de Dalí y el psicoanalítico de Jung.
En cuanto al post, me pregunto en qué Estación de trenes es normal encontrarse con un vendedor ambulante de rosquillas. Yo no suelo verlos, la verdad. Tal vez en otros tiempos. Aunque se me ocurre Casablanca.
Excelente poema.
A veces los donuts se traducen por rosquillas
Las rosquillas/donuts que devora Homer en los simpson, por ejemplo.
El comentario de "No robot" se refiere a esta entrada o a Lorra?
Se refiere a esta entrada.
¿El guionista es lo más recóndito, salvífico y acústico de su cerebro? Ah, sueños piadosos y objetivos.
Que empiece ya,
que el público se va, la gente se cabrea
y el público se mea!!!!
Está de vacaciones, maestro? O sólo falta de inspiración?
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