miércoles, 18 de agosto de 2010
Obrero escalador
Se dibuja en el cielo la silueta de un obrero caminando sobre la cubierta de un inmueble de tres plantas. Estoy sentado en la terraza del bar Ganchillo tomándome un Campari con patatas fritas onduladas cuando descubro esa silueta. Corro hacia el coche. Abro el maletero. Y saco la carabina del nueve. Disparo apoyado en el techo de mi vehículo. El obrero cae. Pero es como de plástico o cartón. Y al momento aparece otro. Son las fiestas de Jaca y hacen moverse esos recortables gigantes sobre unas guías situadas en las azoteas y tejados. Una azafata del Palacio de Congresos me entrega un vale para el concierto de los Pekenikes. No es mal premio.
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3 comentarios:
¡¡Temeridad!! ¿Dónde llevaba el arnés este obrero? ¿Llevaba el casco puesto? ¿Llevaba el cinturón salvavidas atado a lugar seguro de la cornisa?
Salud y Riesgos laborales.
Sin embargo el peligro estaba afuera de la obra, venía del exterior en forma de bala.
Francesc Cornadó
Este episodio es para bellum y no creellum.
Una carabina así es digna de su amo: fría, precisa, letal.
El segundo premio, quizás no tan bueno... ¿eran 2 entradas para el mismo concierto?
Episodios contrarios también se registran en este inevitable retablo de marionetas-.(Ese) observador tranquilo tomando el refresco con gaseosa y vinete claro recibe de súbito el disparo del francotirador encaramado al andamio no muy lejano. Inmediatamente es sustituido por otro consumidor de Domingos de turba abierta.
El fuego cruzado no acaba con los sacrosantos rituales.
La feria se perpetua.
En los maleteros, hay manuales.
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