jueves, 28 de septiembre de 2017

Delinquiendo


Noto que me confunden con un delincuente. Confunden mi imagen de progre relajado y casual con la de un delincuente tenaz. Las jóvenes madres, camino de la guardería, huyen despavoridas. Los jubilados, en un descanso del juego de la petanca, se estremecen a la sombra de un pino carrasqueño. E incluso, las acaloradas y laboriosas amas de casa maldicen su imprevisión al aparcar el coche demasiado lejos de la puerta de Mercadona. He de  hablar con El Pelucas, mi estilista de cabecera y, quizá, con Presquemir, mi sastre de toda la vida. He de modificar, cuanto antes, mi apariencia física. Pero mi mente, mis pensamientos, seguirán siendo, si Dios quiere y lo permite, tan ramplones y sórdidos como lo han sido siempre.   

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ingenio y enjundia. A contrarreloj.

Anónimo dijo...

ingenio y enjundia pero en dosis más bajas que en otras intervenciones

Francesc Cornadó dijo...

Nos vemos obligados a cambiar el ademán.
Saludos
Francesc Cornadó

Anónimo dijo...

Acaso pertenezca a la corte de los milagros.

ella dijo...

redondo

Anónimo dijo...

La corte de los milagros suicidas..., señora o señor Anónimo 3.
Fdo. Anónimo IV