viernes, 11 de abril de 2014

Mi jefa

Parece ser que conducía Malena Cortijo y yo iba, absorto, en el peligroso asiento del copiloto. Dice que se le nubló la vista y ante la perspectiva de chocar contra un fresno pisó el freno con tanta fuerza que el pedal perforó el suelo y salió rodando por la carretera hasta caer dentro de la madriguera de unas comadrejas. Nadie cuenta lo qué fue de mí. La condición de absorto no invalida la posibilidad de tener buenos reflejos. Quiero decir que pude abrir la puerta y saltar antes de que se produjera el fatal desenlace. Porque no fue un fresno lo que se interpuso en nuestra trayectoria sino una tienda de las que compran oro. La tienda en la que yo trabajaba como dependiente. Y de la que Malena era la propietaria. Regresábamos de una excursión por los cementerios de la provincia. De arrancar muelas y algunos puentes.  

4 comentarios:

Mani dijo...

Has llegado a la perfección.

Anónimo dijo...

Malena......??

Anónimo dijo...

esta Maleni sale mucho señor Lerin

Anónimo dijo...

Absorto y alerta: el estado ideal de todo buen dependiente.