domingo, 5 de mayo de 2013

El muro


Coroné el muro. Sin dificultad. Y desde arriba vi lo que no quería ver, una inmensidad gris en la que el cielo, o las nieblas y nubes del cielo, se confundían con el horizonte, no muy lejano. Decidí seguir, progresar hacia el Norte, pese a lo tenebroso e incierto de lo que imaginaba. Tanteé la posibilidad del salto, mas la tierra que se me ofrecía debía de ser pantanosa y temí quedar atrapado. Descendiendo esa cara oscura del muro, como una salamanquesa, adherido, lento, recordé aquel viaje a Alemania a observar pigargos, aquel atardecer o amanecer en que paré el coche y me acerqué, caminando, al muro que cerraba el septentrión. Y esto era lo mismo: frío, humedad, silencio. Avancé. Usaba zancos. Y, a unos metros, difuminada, surgió una forma. El Crucificado, pensé. Pero era mujer, Kelly LeBrock. Transformada. O en transformación. Y al acercarme, ¿o se acercaba ella?, cobraba luz, y mucho color. Esa mujer, cómo apareció, ni siquiera sé si se encontraba allí. Formada, sin duda, por retazos de otras, lucía falda de muselina, refulgente, que ondeaba sin que soplara el viento. Quise abrazarla. Así de pie. Contra la nada. A mi manera. Tan grande la pasión, que desperté. Y no era yo. 

5 comentarios:

Perpetuum dijo...

Coronar el muro amenazante y continuar hacia el norte es un acto heroico, solo propio de Ulises o de Superman. No creo que a Homero le pareciese mala idea sustituir sus sirenas por la mujer de rojo, esa fascinante Kelly LeBrock de falda ondulante. Despertar cuando el poeta ha conseguido abrazarla resulta muy frustrante, sin duda, pero aquí no había mástil al que amarrarse.
He disfrutado mucho (de nuevo) con su narración-sueño, Sr. Ferrer Lerín.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Pero sí intuía quién era ella.

La primera persona de los sueños es tramposa. Y el tiempo, y el espacio. En sueños todos somos YO. De hecho, fui yo quien abrazó contra la nada a Kelly crucificada, y fui yo quien despertó en su sueño, desprendido ya del abrazo, exhausto

Perpetuum dijo...

En los sueños el protagonista es siempre el soñador, aunque al despertar se produzca la sensación de haber sido otro, por no reconocerse en la transformación que sufrimos en los sueños.
¿Era o no el poeta, entonces, quien abrazó a Kelly?
Sí, mientras duró el sueño. No, al no reconocerse en la vigilia. Esto es como lo del gato de Schrödinger, ni una cosa ni otra o las dos a la vez. Decide el observador.

Istefel dijo...

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Unknown dijo...

El Muro. Francisco Ferrer Lerín from Caminos de Pakistán on Vimeo.