jueves, 3 de marzo de 2011

Texto para la intervención de Durán Esteva en la capilla del MACBA

Son raros los lugares sagrados que no disponen de un monstruo apostado en la entrada; es el doble aspecto del símbolo, la conclusión del gesto del rayo. Ahora, aquí, un chorro de sangre blanca arranca del altar cruel inclinado, recorre la nave sombría, dobla la esquina que besara Juan Bodino y sanciona las figuras de mazapán antes de acabar en la sagaz sacristía habitada por Barro Materno, aquel Desierto Viviente del obstinado Walt Disney donde venenosos seres brotan de la realidad negada. Hay un friso, moral y saludable, como freno al bisonte, al recurso de carne y cuero, que cierra el flujo: letras cáusticas que marcan el final del universo. Sin razón aparente vuelve el blanco, el color del candidato a ujier de la ciudad de Constantinopla que, en ese doloroso año de 1544, viera una reunión de ciento cincuenta madres y liebres en las lonjas de madera y tras las matas de mimbre. La sangre es la vida, de hecho el vehículo de la vida, de la vida de los metales y del presagio de la lluvia. Sí, alguien comenta que los muñecos de almendra son sanguijuelas en ciernes. El caballero Durante muere, quizá lo fulminan.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias.

Joan Marrugat dijo...

Llueve en la ciudad y nos recogemos en la capilla del MACBA.
Dos grupos de piezas de cerámica entre penumbras.
Este jueves posamos la mano en tus fragmentos del extremo, tus textos en relieve vertical.
Caemos en la cuenta de cerrar los ojos y sentir con los dedos.
Son raros estos lugares antaño sagrados, sí.
El friso moral nos contempla desde el fondo del ámbito. Y pesa.
Las sangres blancas han conjurado lluvia al inicio de la liebre de metal...
(los de la tele siguen diciendo 'conejo')

Carmen de Barcelona dijo...

El texto, espléndido, como todo lo tuyo, la traducción al inglés, deficiente.

Ferrer Lerín dijo...

Gracias, Carmen de Barcelona, por lo que dices acerca de mi texto. En cuanto a la versión inglesa ya sabes lo difícil de estos empeños.

Vespo Lambretta dijo...

Estimada Carmen , dispongo de cinceles , escoplos , macetas a juego , taladros y compresores , sopletes y buriles , cloratita y vitriolo para proceder a la inmedita corrección de lo necesario. Lo irremediable del gesto es lo de menos.
Un sutil pececillo de plata ( lepisma saccharina ) está dispuesto a desplazarse hasta el templo enharinado de Moloch para corregir esa infame traición. Espera instrucciones.


A sus pies.


Un pico aquí. Necesario.

María Magdalena dijo...

Desierto viviente... el bisonte... que tiempos!

Carmen de ningún lugar dijo...

Es bellísimo!!

Desde la nada siento, pienso y recuerdo.

Patori dijo...

Ya casi es primavera. Al final de la calle Elisabets, a cierta hora, sin transponer las fauces (o belfos) de la antigua iglesia, podrá verse bajo la iluminada bóveda ese extraño retablo en el que la lluvia confirmará los viejos rumores de la sangre y la vida.