martes, 14 de abril de 2009
Causa y efecto
Las consecuencias de tener un blog son inesperadas. Hay lectores, no integrados necesariamente en el clan comentarista, que toman buena nota de las propuestas allí formuladas. Y claro, cuando un texto escrito por el propietario del blog hace referencia a una persona concreta y esta lo lee y se reconoce, la reacción puede ser explosiva. Pongo por ejemplo los resultados obtenidos al colgar un relato en el que se elogian los senos de una señora casada: quedamos para vernos, en grupo, en el canódromo, pocas fechas después de la publicación del cuento de marras, y va sin sujetador y con la blusa generosamente desabrochada. Analizo su comportamiento y llego a la conclusión de que no conozco aún bien a las mujeres: no podía imaginar una respuesta de semejante calibre teniendo en cuenta que es más que probable que ella sepa que yo sé que lee habitualmente mis historias.
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5 comentarios:
No sé cómo reaccionaste, pero, uno, que es vergonzoso como los vascos del chiste, sí tendría fuerza para recuperar algo de la sorna aragonesa aprendida en su juventud zaragozana y poner en evidencia tamaño dislate. La discreción, qué gran virtud. Así y todo, menudo apuro, creo yo.
No sé, don Paco, esta historia rezuma una ternura conmovedora: ese intento de probar la aún deseada e incólume soberanía de la propia belleza...
Pues sí, don Anónimo, ternura, una emoción que quizá debería trabajar más.
Trabájela más, pero no olvide la ferocidad.
;-)
La ferocidad forma parte de mi perfil LinkedIn. Gracias, de todos modos, por el consejo.
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