lunes, 22 de diciembre de 2008
Hotel en Barbastro (Huesca)
Han terminado las obras de restauración del Hotel San Ramón
de Barbastro que desde el siglo XVIII fue referente en la hostelería
provincial. (En los medios)
"Sería a finales de curso del 70 ó del 71. Rinola Cornejo estaba esperándome sentada en un banco del claustro de la Universidad para darme la noticia. '¡Paco, Paco, me han diagnosticado un cáncer de cuello de matriz!' Aquel mismo día, sin relación aparente con su lesión, le pidió permiso a su marido, un alemán conocido por El solitario de Engadina, para irse conmigo a pasar el fin de semana en Jaca. Parece que le vea, en el rellano de su bloque del barrio obrero, preocupado por si Rinola se olvidaba algo, ayudándonos a bajar el equipaje. Y luego, la avería; nos quedamos sin luz en los faros y tuvimos que hacer noche en Barbastro. El hotel estaba en ruinas, como la dueña, que resultó ser parienta lejana de mi abuela materna, y nuestra cama carecía de una pata, pero fuera por los ladrillos que la sustituían -lo que al moverse producía una extraña sensación acústica y dinámica- o por la peculiar especialidad amatoria de Rinola -el péndulo, ella encima en cuclillas, mi miembro circuncidado barriendo células malignas- lo cierto es que sanó a los pocos días. La criatura, agradecida, propagó por la facultad mis poderes curativos y tuve que soportar, a partir de aquel momento, un desfile de madres de condiscípulas prestas a embarcarse hacia el Somontano Oscense."
Jornada laboral de un poeta barcelonés. (En prensa)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Ferrer Lerín el curandero, el hombre de las gafas de sol de La Jacetania, su mano posada y refugio, su mano posada sobre ti y sobre las aguas del barbastrense Vero. Ferrer Lerín celebrando las Navidades pirenaicas de una forma novísima, de la forma más novísima posible, papur y níquel. ¡Tómate una gamba del Equiza a la salud de tanto sabio tonto!
Una de las primeras personas que tuve el placer de conocer cuando llegué a Jaca, hará cuarenta años, respondía al nombre de Ano (no recuerdo su apellido aunque creo que no era Nimo). Ante mi sorpresa, el interesado, me explicó que aquí el masculino de Ana era relativamente frecuente y que el final del digestivo se conocía como "serete".
Estimado Conde:
Finalmente, una pregunta y aquí, en esta entrada, una constatación.
A pesar de todos los impedimentos que arrastran a la primera hacía abajo, como peso de plomo, hacía los soterrados " No deberías" y demás alzacuellos molestos, finalmente la desenrosco, cual bufanda innecesaria y extendiéndola, muestro su factura: Es la duda sobre la convenencia de mis repetidas intervenciones, por otra parte, absolutamente prescindibles, bien lo sé, a lo longitudinal y transversal de esta burbuja maravillosa que habeis tenido la deferencia - por cierto, inusual, en un maestro alquimista como sois -- de diseñar , cual pompa coloreada de jabón en el extremo de una fragil caña alentada por algún infante perdido, pero aun presente.
Acerca de la segunda constatación, decir que es producto de una ligera curiosidad que desea
colmar un pequeño vacío y que, creo, es pertinente precisamente a esta entrada.
Conoceis un pequeño pueblecito llamado " Pozán", por esos parajes? Ahí ocurrió un hecho que sembró en mi la tristeza y la flor percutida del abatimiento - aún resuenan sus pétalos vencidos en mi memoria( funesta y tañidora campana vegetal)- y que tal vez pudiera metamorfosearse, aunque de manera leve ( a pesar de que los eventos sean, como sabemos, a diferencia de los fantasmas, incontrovertibles, irrevocables, alimentos de la voraz entropía unidireccional)con el abracadabra de vuestra posible afirmación...
No dudéis Señor Lordo. Vuestras intervenciones son convenientes y perentorias. Adelante con ellas. No he estado pero sé de la existencia de una población denominada Pozán de Vero, en el Somontano barbastrense.
Publicar un comentario