domingo, 10 de noviembre de 2013

Anfibología


Degustaba ayer un excelente asado de cordero en compañía de unos amigos cuando unos de ellos, en un momento de silencio general, dijo algo carente de sentido: “¡estaba!”. Pero en realidad no conjugaba el verbo “estar” sino que daba fe, con sumo disgusto, de que una de las dos piezas que le habían correspondido, ya servida en su plato, era un astrágalo, lo que suponía escasez o inexistencia de carne; lo que dijo fue “¡es taba!”.


4 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Poca carne alrededor del astrágalo, este hueso sólo sirve para jugar.
Dejo aparte anatomías y te diré que siempre que he dibujado astrágalos del natural he acabado con dolor de cervicales.
Salud
Francesc Cornadó

Anónimo dijo...

Con Lerín siempre se aprende. Taba!!!!

Istefel dijo...

"¡Ser vida!"- repuso el fámulo yibuti.

Juliano Lapostata dijo...

Barrunto que los dados y en general casi todos los implementos de los juegos de azar tienen que ver con las tabas y demás huesos que sin duda alfombraban los poblachos de la prehistoria. No sé si la democracia se inventó a partir de un juego de esos (me parece que esto lo he leído en alguna parte, pero no me pregunten donde.)
En Valladolid hay un claustro cuyo suelo está decorado con piedras de río incrustadas y tabas.