lunes, 20 de septiembre de 2010

Abundancia

Parece que está acabando la temporada de las mamas supernumerarias, es decir, parece que está acabando la temporada en que por la poca o nula ropa que lucen las mujeres es posible contemplar este simpático fenómeno de la naturaleza. Son dos mis experiencias vitales relacionadas con esta alteración. La primera, participativa como era propio en la etapa adolescente, queda recogida en el texto “Múltiples” perteneciente a la sección “Lances sexuales” del libro Papur. Ahora, entrado en la etapa senil en la que lo pasivo (la condición de mirón para decirlo sin ambages) es lo habitual y lo más confortable, he vivido una culta y científica segunda experiencia (no incluyo en esta lista las exploraciones de mamas múltiples que en la facultad de Medicina tuve ocasión de llevar a cabo ni, tampoco, las fugaces visiones, en espacios públicos, de mujeres así dotadas). Digo que encontré, en un armario que hacía de biblioteca en la casa rural alquilada la segunda quincena de este agosto en la localidad cántabra de Castro Urdiales, un librito en octavo, bien encuadernado y conservado, firmado por J. Mh. y que no era otra cosa que un tratado de mitología: Compendio de la Mitolojía ó Historia de los Dioses y Héroes fabulosos, Imprenta de D. Manuel Saurí y compañía, calle Ancha esquina a la del Regomir, Barcelona, 1828. Así que iba por la página 19 donde se citaba al “confidente Argos que tenía cien ojos y dormía siempre con cincuenta abiertos alternativamente” cuando delante de los dos míos, delante de la silla de mimbre en la que estaba sentado frente a una pequeña piscina, irrumpió una joven de unos veinte años, se sacó la ropa y quedó desnuda y tumbada sobre una hamaca. No sé cuántos minutos transcurrieron pero los cuatro pezones que yo podía ver, los correspondientes a la mitad izquierda de su cuerpo, comenzaron primero a contraerse y luego a aumentar de tamaño en un proceso eréctil que los manuales denominan Telotismo Espontáneo y del que muchos dudábamos de su existencia y, sobre todo, en su versión multiplicada. Debió de ser el sol el desencadenante; sí, sería el sol, muy fuerte para lo que acostumbra aquí en el norte, de hecho mi mano derecha, la única parte de mi cuerpo desprotegida de los rayos solares, se mantuvo enrojecida el resto de la jornada excepto el dedo índice que, durante el milagro, había quedado como punto de lectura sobre la página 19, donde los 50 ojos.

4 comentarios:

J dijo...

Jajaja eres genial en abundancia.

No se si podré parar de reir.

Julio dijo...

En el hemisferio Sul, la temporada mamaria está a punto de empezar. Espero multiplicaciones de semejante calibre.

Anónimo dijo...

A ver si...

http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Mujer_Vaca

Por decir/escribir algo, vamos...

Joan Marrugat dijo...

Interesante.
Quizás lo sería más sin risas.

Mi amigo A. residente en Lugo, pero con su corazón -siempre- en Salvador de Bahia, tiene tres tetas.
Las dos de reglamento, y una teta más pequeña debajo de la de la derecha.
Lo vi cuando cuando nos bañamos en grupo -ciclistas impenitentes- en un lavadero bajo los muros del monasterio de Porta-Coeli, en Valencia.

Atavismo, le llaman.