jueves, 27 de marzo de 2008

Pastoril

Tres entradas del artículo “Ganadería y pastoreo” publicado por Juan Guerrero Olid en el nº 1 de la revista El toro de caña, Jaén, 1996.


Los mansos.-

Son machos castrados que se emplean para conducir rebaños por sitios estrechos y con peligro, para atravesar zonas urbanas y para encerramientos. Marchan en la vanguardia y el ganado les sigue dócilmente.

Con la castración no hay extirpación de testículos sino que se les empuja hacia arriba dándoles dos vueltas y la bolsa se ata con un esparto para que no bajen. Al pasar tres días se puede quitar el atadero y el macho pasa a ser manso. Este sistema es mejor que cuando se hace con tenazas.

Desprovisto de sus caracteres el ya manso necesita obtener el doctorado. Para que lo consiga se le ata una cuerda a los cuernos y se le sujeta a una piedra grande o al tronco de un árbol. El pastor le llama al tiempo que da tirones de la cuerda para atraer hacia él al aspirante al título para que poco a poco vaya acostumbrándose a su voz y al final obedezca sus órdenes. Al cabo de los días el que perdió los diamantes es investido doctor honoris causa por la universidad trashumante.

Desraboteo.-

Por estética, para evitar que el rabo vaya recogiendo inmundicias del suelo y para facilitar la cubrición, las ovejas son desprovistas de este apéndice. Esta amputación debe hacerse el primer viernes del mes de marzo con el menguante de la luna pues se cree que así se previene la modorra. Si a consecuencias de la operación sale mucha sangre no es malo sino prueba de que están gordas. Conviene no hacerlo con aire frío.

Modorra.-

Es una enfermedad contagiosa presente preferentemente en borregos y primalas. La modorra les hace retirarse y apartarse del rebaño y empiezan a dar vueltas sobre sí mismas como desenfrenadas y dejan de comer. Los sesos se les vuelven agua. Duran pocos días y al final mueren sin remedio.

1 comentario:

Istefel dijo...

Una señora bajita, regordeta, de facciones agitadas, insociables, entra en las galeras, la tienda cotidiana. Busca y husmea, curiosea; sin adelantar saludo, se dirige a mi, pues de forma escandalosa es ignorada por el gordo responsable.
Una vez atendida, ya con la mano en el tirador descuartillado, dirigiendo la mirada hacía el amorfo compañero, musita: " Ovejo modorro..." ---