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martes, 28 de noviembre de 2017

Buitre leonado




BUITRE LEONADO



Lo intentó el poeta
allá en los comienzos de la década séptima
traer a colación
al sin par necrófago.
Se recuerda el verso
“la espalda comida por el Gyps”
en un poema áspero
dedicado a la estrella
chula mallorquina.
Poco tiempo antes
en composición más laxa
pormenoriza a otra musa
“Recuerdo la mañana que en tus pequeñas ojeras
vimos el color del buitre macho
la mancha azul del cuello que resalta en las frías cópulas
y preludiando la esteparia pitanza.”
Ambas sin duda
diestras corografías
alumbradas en plena
cumbre ornitológica.


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Nota


Los versos entrecomillados pertenecen a los poemas “Carta a una estrella mallorquina” y “Profesora y alumna” recogidos en Cónsul (Península, Barcelona, 1987) y luego en Ciudad popia. Poesía autorizada (Artemisa, Tenerife, 2006).

Emecé Riera Guilera y Aurora E. Martínez fueron la mejor manutención para el tenaz estro artístico en momentos de ignominia. Se conserva la atenta misiva de la segunda señora en la que se conmina al autor a buscar seudónimo proponiendo, para sus propias carnes femeninas, “el aguilita caudal”, “el águila real” y “la grulla en aspa” aunque al final el vate no escuchara y eligiera “Ariola Espino”.    

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Poema "Buitre leonado" con la 'Nota' completa, no como aparece en la página 59 de Hiela sangre; Nuevos Textos Sagrados, Tusquets Editores, Barcelona, 2013. 





4 comentarios:

  1. "... casamata de menta."

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    1. ¡Espléndido! Y se percibe claramente la delicadeza del autor:
      CARTA A UNA ESTRELLA MALLORQUINA
      Chula
      la espalda comida por el Gyps
      buscaste el secreto de las tumbas
      cabellera en la losa sangre en las uñas
      por las verdes tinieblas
      caminabas a mi lado
      procaz almidonada enternecida
      hasta el círculo de plata
      y el vuelo del águila marina
      Perla
      Ernestina de Noailles
      nadie pudo alabar
      por la arrogancia de casta
      noches de lupanar
      tu vegetal ternura
      más allá de la doble historia
      surge la oferta
      corazón en el altiplano
      casamata de menta.
      (1973)

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  2. Ojalá aquí no se reproduzca la tragedia silenciada del diclofenaco.

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  3. Casi setenta y seis traslaciones terrestres lleva a cuestas y no siempre suscribo sus opiniones, pero juro por el dios de las cuatro letras (o por cualquier otra divinidad que se le parezca) que  sus creaciones literarias (leídas, releídas o vueltas a leer) traspasan mi cabeza con insólita precisión y potencia.

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