Aquel tren muy veloz se dirigía a la ciudad pero no conseguía acercarse a ella. Unos expertos hicieron notar que la montaña asolada por los incendios y devorada por la cantera de yeso, que debía dejarse atrás para alcanzar los míseros suburbios, permanecía siempre en el mismo punto del horizonte.
Se erigía en espacio central sobre la piedra
ResponderEliminarsi entornabas los ojos de otro modo
no se explicaría el humo ni el traqueteo de la tetera
en la bandeja de servicio.
¿Una ilusión óptica...?
ResponderEliminarNo, Anónimo, también podría tratarse de una alucinación provocada por un fármaco. A mí me sucedió lo que narra don Paco tomando una sobredosis de pastillas para el mal de Parkinson... Aclaro que el tren era real, sin embargo las alucinaciones me hacían percibir que el tren era un enorme tren eléctrico de juguete que giraba y giraba sin lograr abandonar el paisaje que lo rodeaba...
ResponderEliminardeconstruyendo a einstein, o refutándolo;
ResponderEliminareinstein, en todo caso.
No, sólo química exógena en la mente; pues ésta ya tiene la suya, dícese.
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